En un día accidentado, con apagón en casi todo Chile y dudas en todos lados, Santiago Fusión sacó adelante el show de Vapors of Morphine, gracias a generadores que hicieron funcionar el Teatro Nescafé de las Artes con normalidad aparente. De todos modos, si estás leyendo y no pudiste asistir por la emergencia, Santiago Fusión publicó un comunicado al respecto (donde además aseguran que Vapors of Morphine volverá ¡wow!).
El show comenzó unos minutos pasadas las 20:30 hrs, con el trío de Jeremy Lyons en bajo y voz, Tom Arey en batería y el histórico Dana Colley en saxo, sonando con claridad y potencia, rindiendo honores al legado de Morphine con las canciones “Have a Lucky Day”, “Good”, “The Other Side”, “I’m Free Now” y la festiva “Mary Won’t You Call My Name”, en donde la banda comenzó a verse más suelta, siempre con una interpretación de lujo, precisa y sensual por sus tempos y ese toque único que entrega el saxo. Luego de este tema mencionan y saludan al malogrado Mark Sandman, líder original de Morphine, y los aplausos no se hacen esperar. A propósito, Jeremy realiza una gran labor en aquella posición, y es que aun cuando su registro natural no es igual al de Mark, llega a esas notas de excelente forma y las representa muy bien, al igual que las icónicas líneas de bajo.
El show continúa con la nueva “Drop Out Mambo” y “Renouveau/Daman N’Diaye“, creaciones ya de Vapors of Morphine como tal, donde Jeremy se cuelga la guitarra y canta con su tono natural. Los sonidos hipnóticos comienzan a tomarse el recinto de a poco, con mayores capas de sonido y constantes experimentaciones con los pedales de efecto, tanto en guitarra, bajo, saxo y voz, todo sostenido con una impecable base a cargo del técnico e intenso Tom Arey en batería. “A Head With Wings”, “Let’s Take a Trip Together” y “Sharks”, de Morphine, sonaron con una extraña mezcla de intimidad y fuerza, para dar paso a “Blue Dream” y a un instrumental que dejó a todos con los pelos erizados por su pasión, vehemencia y técnica al servicio del sentimiento. Notable. “Honey White”, “Scratch” y “Souvenir” mantuvieron esa vibra y ambiente de ensueño, del cual nos despertaron para anunciar el final, permitiendo así que la gente pudiese retirarse pronto, agradeciendo además a la producción, a la gente del recinto y al público, que llegó en gran número a disfrutar de esta velada de fantasía. La clásica “Buena” selló el adiós con grandeza, sin necesidad de mayores aspavientos que una interpretación poderosa y desde el corazón.
Una jornada que pudo ser una debacle, terminó en un recital de lujo, y es que el show debe continuar, como dijo el baterista Tom Arey durante la primera mitad del mismo. Ahora quedamos a la espera del anunciado retorno, porque con esa calidad y fogosidad, los esperaremos una y otra vez con expectativas y felicidad infinita.
Foto por Pablo Astudillo (archivo)
