Nota: Freddy Véliz / Fotos @crisrock_photography
Este jueves 7 de Diciembre, saldamos una de las grandes deudas que teníamos con una de las más importantes glorias del rock. Los británicos Uriah Heep, pisaron suelo chileno para traernos sus más reconocibles clásicos, que los convirtieron en la primera mitad de los setenta, en una de las agrupaciones pilares del rock mundial, junto a baluartes como Deep Purple, Black Sabbath o Led Zeppelin.
La banda en estos 54 años de historia- formados en 1969 -se ha encontrado con la muerte o retiros de algunos de sus integrantes, mutando constantemente, siempre con Mick Box, guitarrista fundador, al mando de la batuta, quien ha sido incansable, y ha continuado el legado de la influyente agrupación, que sigue lanzando álbumes, creando y actuando en vivo, convertidos en un culto para el público rockero mundial, a pesar de que es imposible abstraerse de sus años de gloria, y Box bien lo sabe, entregando gran parte de esa obra en sus shows en vivo tal como lo vivimos en un repleto Club Chocolate.
Para la partida, y en un ánimo de demostrar que Uriah Heep no solo vive de la nostalgia, arremeten con “Grazed by Heaven”, del álbum Living the Dream, lanzado el 2018. Del mismo disco, prosiguen con “Take Away the Soul“, con el público incrédulo de estar frente a estas leyendas absolutas, hasta el primer gran clásico de la jornada, que recae nada más y nada menos que en “Traveller in Time” del elogiado “Demons & Wizards”, álbum imprescindible publicado en 1972. El cantante Bernie Shaw, quien se unió a Uriah Heep en 1986, luego de una carrera que lo tuvo deambulando en bandas como Grand Prix o el proyecto Clive Burr’s Escape, del recordado ex baterista de Iron Maiden, mostró un altísimo desempeño tras el micrófono, un frontman que domina los códigos de la vieja escuela del rock, con un registro muy similar a Ian Gillan de Deep Purple, mantiene un estado vocal envidiable con las décadas que carga en el cuerpo. Su rostro reflejaba estar disfrutando esta primera vez en nuestro país, donde en cierta forma la banda no obtuvo los niveles de popularidad de sus contemporáneos, pero sí construyó un amplio séquito que los eleva a categoría de banda de culto.
En un viaje por el tiempo, nos ofrecen un guiño a los noventa con “Between Two Worlds“, para regresar a los clásicos con “Stealin’, mientras Shaw transforma el Club Chocolate en un gran coro siguiendo sus instrucciones desde el escenario. La banda actualmente la completan Phil Lanzon en teclado desde 1987, y los más “noveles” Russell Gilbrook (2007) en batería y Dave “Diablo” Rimmer en bajo, quien llegó el 2013 en reemplazo del fallecido Trevor Bolder. Todos conforman una simbiosis perfecta sobre las tablas, ejecutando cada uno de los temas con solidez, fuerza y fieles al espíritu que hizo de piezas como la oscura “Rainbow Demon” o la luminosa “Sweet Lorraine”, parte sustancial en la historia. Con la potente “Free ‘n Easy” dejan de manifiesto porqué son una banda clave en el desarrollo del Heavy Metal e influencia para un sinfin de artistas posteriores, y con la seguidilla de clásicos como “Gipsy”, “July Morning”, “Look at Yourself”( jam intermedia incluida) y “Lady in Black” con Mick Box sosteniendo la guitarra acústica, nos recuerdan un legado gigantesco que nace en tiempos donde corrían a la par con monstruos como Deep Purple o Led Zeppelin, y la voz de David Byron o los teclados fabulosos de Ken Hensley conformaban una verdadera tormenta de sonidos y música maravillosa.
Mick Box se ha encargado de mantener con vida a Uriah Heep a pesar de los altibajos, la leyenda continúa gracias a su constancia, y los seguidores chilenos pudieron finalmente cumplir un sueño que se veía lejano. Tuvimos una fiesta que finalizó en alto con la imperecedera “Sunrise” y el incombustible clásico “Easy Living”, con el público encendido, saltando y rendidos ante la magia de la música, que nos invita a encontrarnos con los pares, con nuestro soundtrack personal, y con las vibraciones que los decibeles provocan en cada uno de nosotros. Uriah Heep vive, y fuimos testigos para poder contarlo.