Finalizando Lollapalooza, día domingo, VTR Stage lleno esperando al número de cierre, los neoyorquinos de The Strokes, quienes se retrasaron cerca de 25 minutos en hacer ingreso. Tibiamente aparecían los reclamos y silbidos, los cuales desaparecieron de inmediato al bajar las luces, y entrar el afamado cuarteto que llegó a rescatar el rock and roll allá por principios de siglo. Un tímido “Hi” salió de la boca del cantante Julián Casablancas y disparan el primer número: “Bad decisions”, de su más reciente disco “The new abnormal” (2020), en donde el guitarrista Albert Hammond jr. esboza sus primeros azotes a la guitarra.
Una constante será escuchar a Julián vocalizando antes de algunos temas, calentando y buscando la nota, lo cual realiza justo antes de “You only live once”, hit del 2006 que enciende y provoca las primeras manifestaciones de emoción. Cuando la banda apareció en la escena hace casi 20 años, no pocos le vaticinaban ser sólo una moda o unos “One hit wonders”, pero notablemente han firmado muchos éxitos, los que van lanzando durante toda la noche. “Under control” baja los decibeles, pero mantiene un ambiente expectante con un gran acompañamiento de visuales.
“Juicebox” vuelve a endurecer el concierto y terminan de echarse al público al bolsillo, rendido ante un nuevo superhit que suena con total claridad. “The adults are talking” fue el primer adelanto de su último trabajo, y la gente lo reconoce, canta y salta en un momento de comunión total.
Convengamos algo: The Strokes no es una banda de atletas que estén corriendo de un lado al otro del escenario. Más bien permanecen en sus puestos y se acercan más a la actitud shoegaze que a un garage peligroso, pero igual su entrega está presente, su actitud corporal y gestualidad denotan concentración y goce y a veces se dan libertad para cabecear sus melodías y riffs. El show deleita a sus fanáticos, pero es bastante probable que los que se acercan por curiosidad no terminen de enganchar por el show mismo. De todos modos, sus fanáticos se ven felices, gritando, coreando, saltando.
Julián Casablancas canta bien, borrando la pálida imagen que había dejado años atrás con su proyecto solista, bromea un par de veces con Nikolai, el bajista, improvisan un poco para divertir y divertirse, y llegan a “Reptilia”, donde se produce el mayor clímax hasta el momento, confirmando que son muchos sus hits con chapa de clásicos para la fanaticada. Acto seguido, Julian nota la presencia de los Hell´s Angels en seguridad, y no deja pasar la broma haciendo referencia a cuando eran encargados de seguridad para los Rolling Stones.
Hay cantos desde el público, y uno de los “olé olé” comienza a ser seguido por la banda, formando una canción improvisada que dejó los ánimos muy arriba, terminando de explotar cuando suena “Hard to explain”, probablemente una de sus mejores composiciones, siempre arriba y acelerando hasta el pulso justo en que te contagias y te mueves hipnotizado. “Heart in a cage” termina de confirmar el jolgorio, y luego de “Ode to the mets” y “Take it or leave it”, se retiran del escenario. Nadie queda satisfecho, porque había un buen ambiente y recién corría aproximadamente una hora de show, así que pronto regresan para el bis, con “Someday”, de su excelente disco debut. La clásica pose con la bandera chilena, y una despedida que dejó distintos sabores, principalmente por no ser un set extenso, pero que entregó lo que todos los fans de la banda conocen y esperan, redondeando un festival que tuvo de todo y para todos, y que esperamos sea el resurgimiento de los espectáculos masivos, ya sin nuevas interrupciones.