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The Damned: Los Profetas del Caos y la Belleza en Ruinas

En la historia de la música, hay bandas que nacen para romper esquemas y otras que existen para incendiarlos. The Damned pertenece a esta última estirpe. No fueron simplemente los primeros punks británicos en lanzar un sencillo o en pisar suelo estadounidense; fueron, ante todo, una fuerza de la naturaleza desbocada, una tormenta de nihilismo, teatralidad y distorsión que dejó cicatrices imborrables en la historia del rock.

Imagina la escena: Londres, 1976. El punk es un animal salvaje recién nacido, hambriento de sangre nueva y enemigos por igual. En un mundo dominado por la prepotencia de dinosaurios del rock y el letargo de la música de estadio, cuatro hombres emergen de las sombras para sembrar el caos. Dave Vanian, el vocalista con aura de vampiro, con su voz cavernosa y su presencia fúnebre; Brian James, el arquitecto del ruido, con riffs afilados como navajas; Captain Sensible, el loco maestro de ceremonias, desbordante de energía y sarcasmo; y Rat Scabies, un baterista con la furia de un tren descarrilado. Juntos, formaron una entidad que no solo definió el punk, sino que lo empujó más allá de sus propios límites.

The Damned nunca fue solo una banda de punk. Eran poetas del desastre, artistas del exceso. Su primer sencillo, New Rose, golpeó como un puñetazo en la mandíbula de la complacencia, un manifiesto de dos minutos y medio que sonaba a apocalipsis juvenil. Pero a diferencia de sus contemporáneos, The Damned no se conformaron con la furia primitiva; exploraron, se transformaron, jugaron con el goth, el psicodélico y lo macabro.

Su vandalismo no era solo físico (aunque sus conciertos solían convertirse en espectáculos de destrucción pura), sino también sonoro y estético. Machine Gun Etiquette (1979) fue una revelación, un álbum que demostró que el punk podía evolucionar sin perder su espíritu. The Black Album y Strawberries llevaron su sonido a un territorio oscuro y elegante, con teclados fantasmales y melodías inquietantes. No temían experimentar, no temían el ridículo ni el fracaso, y esa valentía los hizo inmortales.

Mientras los Sex Pistols se desmoronaban y The Clash se diluían en la grandeza, The Damned siguieron adelante, imparables, indomables. Su legado no se mide solo en discos o en giras interminables, sino en la actitud que dejaron como herencia. Sin ellos, el punk gótico no existiría, ni el horror punk, ni ese híbrido de caos y sofisticación que tantas bandas han intentado replicar sin éxito.

Los Damned fueron y son la encarnación de una verdad incómoda: el arte más poderoso nace de la rebeldía, de la destrucción creativa, de la negativa a encajar. Son la prueba de que el vandalismo, cuando es puro, cuando es auténtico, puede ser una forma de belleza. Y aunque las eras cambien y los escenarios se llenen de imitadores, su sombra sigue ahí, acechante, esperando al próximo alma lo suficientemente valiente para perderse en su mundo de caos y melodía.

The Damned nunca murieron. Solo se escondieron en la penumbra, esperando el momento adecuado para volver a recordarnos que el punk no es una moda, sino una maldición eterna.

La cita en Chile será el jueves 13 de marzo en Blondie, un espectáculo que incluirá varios de los clásicos de sus primeros discos, como “Damned Damned Damned” (1977), “Machine Gun Etiquette” (1979) y “The Black Album” (1980), sin descuidar su material más reciente (“Darkadelic”, 2023). Para ello, tendremos en el escenario a su formación clásica: Dave Vanian, Brian James, Captain Sensible y Rat Scabies.

Las entradas se pueden adquirir a través del sistema Passline.

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Noticia publicada por el área editorial.

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