Por Freddy véliz – Fotos: Miguel Fuentes
La saxofonista chilena Melissa Aldana regresó a nuestro país para presentar su último disco de estudio titulado “12 Stars”, un álbum elogiado por la prensa especializada nacional y extranjera, que marca el inicio de Aldana como parte del legendario sello Blue Note.
Inspirada por la tercera carta de los arcanos mayores del tarot, Melissa trabajó en este álbum en plena pandemia, por lo que es una obra que engloba la crisis personal que vivió la destacada artista nacional durante estos dos (casi tres) últimos años, lo que obtiene como resultado una colección de temas introspectivos, pero repletos de matices sonoros que nos evocan vivencias y sentimientos.
Frente a un Teatro Nescafé de las Artes casi al máximo de su capacidad, Melissa conmueve junto a su cuarteto completado por Mike Moreno en guitarra, Kush Abadey en batería y su fiel compañero de viajes, el chileno Pablo Menares en contrabajo. Demuestra un crecimiento exponencial, pulido en más de una década relacionándose con lo más granado del jazz mundial. Nos adentra en su concierto contextualizando la temática que aborda en este álbum, antes de iniciar con “Intuition”, una de las piezas que componen la obra, en donde la saxofonista se luce con su pulcra ejecución, con coloraturas que nos envuelven en un diálogo entre el saxo y guitarra, y que genera un trance evocador, y de alguna forma nos acerca hacia profundidades emocionales de su autora. Recordemos que Melissa compuso todos los temas del álbum, apoyada en los arreglos por el guitarrista Lage Lung.
Un recorrido por “12 Stars” en su totalidad, donde el virtuosismo de cada uno de los músicos, incluida la ganadora del Thelonius Monk Jazz Competition, saca constantes aplausos del público. La chilena lidera el conjunto, lo que no significa que acapare el escenario, al contrario, lo abre para que cada uno muestre sus dotes instrumentales, que fluyen de manera orgánica en extensas improvisaciones alineadas con la melodía central de cada pieza interpretada. Moreno es dueño de una envidiable digitación, que se realza en acordes intrincados pero a la vez melódicos, brillando por sí solo, mientras Menares hace lo suyo en los sonidos graves del contrabajo, que da robustez al sonido de la banda que se completa con la potente polirritmia de Abadey desde la batería, ovacionado en un solo que rompe el ambiente mas bien relajado que caracteriza el álbum presentado.
Melissa nos conduce a conocer el porqué de algunas de sus canciones, “Falling” es una confesión emotiva sobre sentir que tocas fondo y debes ser resiliente para salir adelante. También nos habla de “Emilia”, cuya melodía le llegó a través de un sueño donde se veía tocándola a su hija (soñaba que tenía una), y esta quedó grabada para traerla a la realidad. Lo onírico se presenta en su música, introduciéndonos con un solo de saxo que mantuvo al público apreciándola con total silencio, fusionándolo luego a la canción donde el saxo juega con una cadencia conmovedora.
La chilena radicada en Nueva York, domina a la perfección los registros de su instrumento, y nos atrapa en sonidos oscilantes, de los agudos se mueve hacia los graves sin perder la noción de la música en la improvisación, repleta de emocionalidad, que obliga al público a rendirse en constantes aplausos hacia ella y sus compañeros de banda, mientras interpretan “The Fool” o “Los Ojos de Chile” exponiendo versatilidad y elegancia.
En cerca de una hora y media, fuimos testigos del porqué Melissa Aldana está a una altura mundial, su constancia, disciplina y trayectoria, que la tiene subiéndose a los escenarios desde que era una niña, no han sido en vano. Ella se muestra cercana y mantiene su humildad, concentrándose en entregar lo mejor de su arte, en una gira que nos cuenta comenzó en Tasmania, y la tiene recorriendo el mundo presentando este álbum, quinto en su carrera, y primero en uno de los sellos más prestigiosos en la historia del jazz. Terminando el concierto se dio el tiempo de conversar y firmar discos a la salida del teatro, reencontrándose con su país, sus compatriotas. Brilló más que esas doce estrellas que la tienen deslumbrando al mundo.
