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Masters of Rock Chile 2025 – Día 1: Un viaje sonoro de sombras, gloria y dioses

“Esto no fue un festival como los que acostumbramos vivir en nuestro país. Fue una peregrinación. Una liturgia del metal donde Pentagram, Opeth, Savatage y Judas Priest no solo tocaron música, lo que hicieron fue conjurar  memorias, emociones y legados”.

Nota @litta_ / Fotos @javiajerap

Hay noches que no se olvidan. Noches que se incrustan en la memoria colectiva como un tatuaje ardiente, donde el tiempo parece suspenderse y lo único que importa es el latido compartido entre miles de almas que convergen en torno a una pasión. Así fue el primer día del Masters of Rock Chile 2025, un viaje sonoro que cruzó décadas, estilos y emociones, reuniendo en un mismo escenario a tres leyendas vivas del metal junto a un ícono nacional que abrió los portales con fuego patrio.

El inicio fue con Pentagram, leyenda fundacional del metal chileno. Aunque su presentación fue breve, fue también precisa, potente y cargada de simbolismo. Cada riff rugió como un eco ancestral, reclamando su lugar en la historia. Fue un acto ceremonial de apertura, un recordatorio de que el metal tiene raíces profundas en esta tierra. Ver a Pentagram encender la llama fue más que un show, fue más bien un gesto de reconocimiento histórico.

Luego llegó el turno de Opeth, que transformó el recinto en un templo sonoro. Desde el primer acorde de “§1”, quedó claro que estábamos frente a un ritual. Mikael Åkerfeldt, o Miguelito como lo llama con cariño el público chileno, tejió puentes emocionales con su humor, su español entrañable y, sobre todo, con la fuerza de su arte. La intensidad de “Master’s Apprentices” y “The Leper Affinity” condujo a los presentes por paisajes sonoros oscuros y majestuosos. Las instrumentales “§7” y “§3” ofrecieron momentos de contemplación hipnótica, un respiro etéreo entre tormentas musicales, antes de llegar al estremecedor rezo que fue “In My Time of Need”. El clímax llegó con “Ghost of Perdition”, una pieza que pareció abrir portales cósmicos, seguida por un encore inolvidable, “Sorceress” y “Deliverance”, que cerraron la misa progresiva con un equilibrio perfecto entre belleza y brutalidad. Fue una experiencia espiritual, estética y profundamente humana. No fue solo una pieza en este festival,  fue sino un acto de amor entre una banda en la cima de su arte y un público que responde con una devoción incondicional.

Pero lo que seguía era historia pura. Savatage, por primera vez en suelo chileno, se materializó ante nuestros ojos como un sueño largamente postergado. Desde las primeras notas de “The Ocean” y “Welcome”, se desplegó ante nosotros una ópera metálica, teatral, intensa y emotiva. La épica de “Jesus Saves” desató la locura, mientras que “The Wake of Magellan” y “Dead Winter Dead” fueron relatos sonoros que combinaron dramatismo y sensibilidad con una precisión desgarradora. “Handful of Rain” y “Chance” revelaron la profundidad emocional y la riqueza técnica de una banda que nunca temió explorar el alma humana desde el vértice del virtuosismo. “Gutter Ballet” y “Edge of Thorns” desataron los coros de miles, y “Believe” detuvo el tiempo con su emotividad, justo antes del asalto final con “Sirens” y “Hall of the Mountain King”, ese himno inmortal que selló su presentación como una clase magistral de metal progresivo y sinfónico. No fue solo un debut y una primera vez, fue una consagración magnánima. Y entonces, cuando ya habíamos recorrido catedrales sonoras, la tormenta descendió. 

Judas Priest, los dioses del heavy metal, emergieron como centinelas del trueno. Desde “Panic Attack”, la energía se volvió incandescente. La banda no ofreció un show de cierre, nos ofreció una ceremonia. Una misa negra donde cada riff fue un dogma, cada verso una lanza, y cada gesto de Rob Halford, una revelación. “Breaking the Law”, “You’ve Got Another Thing Comin’”, “Rapid Fire”… cada canción era un relámpago en la noche, recordándonos por qué ellos forjaron el género y lo mantienen vivo con una llama indomable. La escenografía parecía salida del mismísimo Valhalla, con luces infernales, símbolos sagrados del metal en pantallas colosales, y Halford, el Metal God, transmutando en espectro, profeta y guerrero a lo largo de un desfile de atuendos imposibles y palabras cargadas de solemnidad.

El presente también tuvo su lugar con “Crown of Horns” y “Invincible Shield”, que demostraron que Priest no vive del pasado, sino que lo trasciende. La evocación a su discografía completa —exceptuando aquellos días oscuros sin Halford— fue un acto de devoción, un evangelio recitado ante una multitud en trance. Y cuando “Painkiller” nos arrastró a su clímax de furia y técnica, el público estalló. El encore fue un acto final de justicia cósmica, pues “The Hellion”, “Electric Eye”, “Hell Bent for Leather” y “Living After Midnight” se alzaron como himnos inmortales. Y entonces, cuando todo parecía terminado, “We Are the Champions” rompió cualquier coraza emocional restante, cerrando la jornada con un abrazo colectivo entre banda y audiencia.

Queridos iRockers, las palabras faltaran para plasmar lo vivido en Masters of Rock Chile 2025 – Día 1 esto no fue un festival como los que acostumbramos vivir en nuestro país. Fue una peregrinación. Una liturgia del metal donde Pentagram, Opeth, Savatage y Judas Priest no solo tocaron música, lo que hicieron fue conjurar  memorias, emociones y legados. Un viaje que quedará grabado en la carne y el alma de quienes fuimos testigos de la divinidad sonora. Porque en noches como esta, el metal no solo se escucha, se vive, se llora, se grita… y se recuerda para siempre.

Written By

Editora y Creadora de Contenido en iRock. Leal servidora del Rock, el Metal y los sonidos mundanos. Conductora en "La Previa" y Co-conductora en "Rock X-Files". | Mail: litta@irock.cl

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