La deuda de Mafalda en Chile se saldó. Y con locura. Los españoles realizaron un potentísimo show en Club Chocolate sirviendo todos los ingredientes que cargan en su artillería, ante un público que contaba los minutos para poder verlos.
La jornada arrancó con el show de Dania Neko, rapera de Valparaíso que se ganó todo el respeto del público gracias a sus fraseos, sus melodías y su postura confrontacional que la hacen cultora del llamado “rap consciente”. La acompaña un excelente bajista y un DJ, para invitar también a una percusionista en el segundo tema, lo que le da un agregado más orgánico a las bases. Los aplausos son fuertes, afectuosos, sobre todo luego de su canción “Flow Porteño”, dedicada a su vida en el puerto principal y con un aire a “La Joya del Pacífico”, pero en clave rap. Una gran actuación.
Así, ágilmente se prepara el sector, mientras el público toma posesión de la zona frente al escenario. Los españoles aparecen y se lanzan como una tromba con “Las que Faltaron”. El poder de los riffs de Mafalda es soberbio. “Necesarias Pero Absurdas” y “Los Chicos No Lloran” entregan ritmos más bailables y en onda ska, en donde el público se contagia de eso mismo y de una banda entregada, que no descansa nunca en un sólo ritmo. Siempre hay más en las canciones de Mafalda.
Marcos saluda y suelta un “¡Por fin!!” que tenía atorado en la garganta desde hace mucho. Asimismo, solicita un compromiso a la audiencia: baile y desorden. “Haw Haw!” de su último disco, “Les Infelices”, los muestra utilizando todos sus recursos, con la guitarra de Antoni Laguna siempre precisa, afilada en los riffs punzantes y moviéndose por distintos estilos con total naturalidad. El bajo de Marco Wassen sostiene la base con firmeza y jugando con figuras cuando la canción lo pide. Luce sus dotes sobre todo en “Agua Negra” y en las instrumental previa a “Les Infelices”, temazo de su último disco, con enganches desde el pop y el metal en partes iguales, en una amalgama que es marca registrada. Antonio Vime en batería tiene un touch envidiable y una versatilidad precisa, para dejar que las melodías luzcan por encima. Los bronces de Ferran Verdú y Mireia Muñoz aparecen no sólo en los momentos más obvios, sino que también en situaciones duras, en que aportan misterio y profundidad. El cierre de “Absurdas, Pero Necesarias” luce en plenitud soberbia este recurso. Y en voces, los tres intérpretes se lucen, cada uno y en su conjunto, con sus particularidades, con Vera Carrión y Bárbara López De Mota cantando con rudeza en sus tonos individuales y las buenísimas armonizaciones que despliegan, cantando a ratos suave, a ratos fuerte y a ratos rapeando, conjugando este elemento junto a Marcos De La Torre, quien arremete desde su canto y desde su guturalidad, sumando un monstruo único al conjunto de temas.
La banda despliega energía por montones y entrega números altísimos, como “La Plaza”, canción dedicada al estallido social en Chile, proceso que vivieron en primera persona cuando estuvieron acá el 2019 sin poder llevar a cabo el show, pero participando de múltiples formas del movimiento en esos días. Emocionante. “En Guerra” es un clásico para todos, y una canción muy coreada y celebrada, que a la vez, es declaración de principios para la banda y sus seguidores. “2020” es otro temazo, una lección de buen gusto para una canción que se despliega, crece de a poco y termina con una intensidad abrumadora y un solo de guitarra penetrante. Para el final, “Libre y Salvaje” y todos absorbidos por su fuerza y ritmo. Y con “X” dan el cierre a una jornada redonda. El público está feliz, han saltado, bailado, gritado y desahogado muchos demonios, en un ritual único y catártico, que merece y debe seguir creciendo, alcanzando horizontes más lejanos e implantándose en oídos y almas por todo el mundo. Ojalá la semilla plantada con este show se desarrolle, crezca y brote en nuevos eventos en vivo que traigan a esta sorprendente banda nuevamente por acá. Esperemos que así sea.
