Vivir un festival en Estados Unidos es toda una experiencia. Y es que los gringos tienen bandas por doquier, atracciones y locura para saber cómo vivir unas jornadas de rock y metal como se debe. 5 escenarios, stands de instrumentos, recuerdos, memorabilia, muchos puestos de comida, cervezas y dos carpas enormes completas dedicadas al whisky, y claro, como no si estamos en Louisville, Kentucky, la tierra del bourbon.
Comienza Louder Than Life, y la entrega de pulseras tanto para prensa como para público general es expedita y sin complicaciones. Llegar al Exposition Center es fácil, los accesos son amplios y, ya dentro, el ambiente es sumamente festivo, abundan las vestimentas estrafalarias, los carteles y la actitud rock and roll, con disfraces de Slipknot arrasando en la escena. El gran cabeza de cartel de este día realmente domina la legión de fanáticos.
Partimos viendo a Jigsaw Youth en el escenario Loudmouth, un trío de chicas neoyorquinas que llenaron de riffs “grunge-punk” como ellas lo definen, la apertura del evento. El peso y la actitud contagiaron a la audiencia, que comenzó a ensayar los primeros mosh. Dead Poet Society abría el Main Stage 1 con mucha fuerza, mientras Finger Eleven hacía lo propio al lado. Una banda de experiencia y presencia total. Orgy prendía el Decibel Stage, y es una de las muchas bandas que triunfaron a principios de milenio y están en su revival. Point North es uno de los actos favoritos del Main Stage 1, mientras las mexicanas The Warning se lucían con una actuación precisa y enérgica que encantó a todo el mundo. Otros destacados del día: Bob Vylan se mandó un pedazo de show, mientras Seether se apoyaba en su fiel fanaticada que los sigue desde que explotaron a principios de los 2000. Pup llevó su indie punk al Reverb Stage y Halestorm encantaba con una actuación sorprendente que dejó fascinados, sobre todo, a quienes los veían por primera vez en los escenarios principales. Marky Ramone llenó de clásicos y grandes momentos la segunda zona del festival, y Saosin desplegó una aplanadora en vivo para cerrar el Reverb Stage con un show invencible. Los cabezas de cartel serían The Offspring, que a punta de clásicos transformó el recinto en una fiesta, dejando a Five Finger Death Punch la parte más agresiva, en un show que les fascina a los gringos, con esa postura agresiva tipo Pantera que presentan. Al otro lado, Sum 41 se despedía de Louisville, a propósito de este tour de adiós, en una presentación sólida, fogosa y hasta bailable. El esperado show de Slipknot sació las ganas de sus miles de fans de escuchar el primer disco de la banda de principio a fin, el registro que entregó grandes temas como “Spit It Out” o “Wait And Bleed” se escuchó con todas sus capas y perversiones en una presentación muy atractiva, como suelen hacer los de Iowa.
El día 2 sorprendió con la peor de las noticias: mucha lluvia y viento no serían impedimento probablemente, pero la alarma de tornado sí. El huracán Helene venía desde Florida y su cola andaría por estos lados. Se esperó hasta última hora, pero se confirmó lo que nadie quería: la jornada no se pudo llevar a cabo, dejando con las ganas a todos los que querían ver a bandas como Clutch, Evanescence, Lorna Shore, Alien Ant Farm, Anthrax, Tom Morello y, sobre todo, a Slayer, en una de sus poquísimas presentaciones de reunión. Devastador.
El sábado, el festival volvió con todo. Llovió casi todo el día, pero el agua y el barro sólo hicieron que los asistentes lo viviesen a concho y sucios como trapos. Shows icónicos como el de P.O.D. se tomaron la escena central, formando un coro multitudinario, mientras Filter hacía lo propio con la maestría de la experiencia y una actuación sin fallas. Sleeping With Sirens es el favorito de muchos de la nueva generación y estuvieron a la altura, dejando el alma sobre el escenario. The Armed llenó de riffs y locura de vanguardia el Decibel Stage, una banda para tener en cuenta, mientras The Funeral Portrait se divertía en el Loudmouth Stage, entregando himnos, gritos y un show muy entretenido. Nothing More desplegó poder absoluto en uno de los escenarios centrales, y Jager Henry vivía una actuación íntima, concurrida y enérgica en la carpa del Bourbon. Skillet sorprendió a la audiencia con sus canciones melódicas, pesadas y con toques industriales. Y si querían potencia, Ill Niño la descargó como artillería en guerra en un Loudmouth Stage que se convirtió en campo de batalla.Por otro lado, Dropkick Murphys puso la fiesta tan celebrada y esperada con su mezcla de rock e instrumentos folk.
Chevelle ha crecido mucho desde sus inicios, y son un número fijo y favorito en el corazón estadounidense. Gran performance e himnos para compartir. Till Lindemann logró hacer el show que tenía preparado para el viernes, gracias a que Falling In Reverse no pudo llegar y no se presentaría, siendo reemplazado por el vocalista de Rammstein, quien entregó una actuación no tan espectacular como los de su banda madre, pero con una estética muy cuidada, un set denso y una banda aceitada. En el Reverb Stage se vio, probablemente, a uno de los mejores shows del festival: Body Count no dio respiro, con maestría y una interpretación azotante, dándose maña de tocar “Raining Blood” de Slayer y “Comfortably Numb” de Pink Floyd. Fantástico. Disturbed llenó el escenario central ante un público entregado y participativo, que los ama sin límites, mientras Mastodon ofrecía una aplanadora de música y fuego en el Decibel, mostrando el disco “Leviathan” por completo en una actuación que dejaba sin aliento. Así, Motley Crue cerró con un set ganador, lleno de clásicos y comunicación con la feliz audiencia, incluyendo muchos jóvenes que los descubrieron a partir del éxito de su película en Netflix.
El último día ya no llevó agua, pero sí unas ganas locas de disfrutar, con Aperturas de Taproot, los históricos y geniales Hed PE y los potentes Drowning Pool. Eagles Of Death Metal y su hard rock hipnótico conquistaron a una audiencia que se dejó llevar, dando paso a una de las sensaciones de la música actual: Poppy, quien es acompañada de una gran banda, llena de riffs, breakdowns y actitud, que complementa muy bien el jugueteo de la intérprete. Spiritbox fue un auténtico vendaval, de una maestría asombrosa y con dos invitadas de lujo hacia el final de su show: Poppy y Tatiana de Jinjer. Increíble performance y recuerdo imborrable. Architects tiene ya una trayectoria envidiable y una energía a toda prueba, dejando una actuación para no pasar por alto. Así, llegamos a Gojira, de reputación y trayectoria reconocida, pero de gran momento dada su comentada participación en los JJOO. Uno de los shows más calientes del festival, con una actuación memorable y decenas de personas a la vez haciendo crowdsurfing. Staind trajo otro revival de antología, mientras Breaking Benjamin llenó a los gringos con su nu metal reciclado, nada llamativo, pero con muchísimos seguidores que los disfrutaron. Judas Priest aplastó con un set demoledor, ante la mirada atónita de los fans más jóvenes y la excitación de los de siempre. Maestros de maestros. Jinjer congregó a una marejada enorme de personas en el Decible Stage, con una potencia alucinante, enseñando como se debe parar una banda en un escenario, dando el paso en el escenario principal a Korn, quienes están celebrando 30 años de trayectoria, impregnados en el corazón de una audiencia que creció con ellos cuando aún eran promesas, y hoy los celebra como leyendas. La elección de temas es genial, y la performance es perfecta, incluyendo a nuestro compatriota Ra Díaz, un lujo sin igual, y un final completamente en alto.
Cuatro días que, lamentablemente, se transformaron en sólo tres, pero vividos a concho en uno de los festivales más geniales de los Estados Unidos. Una organización a toda prueba, una estructura clara, con rock y metal para todos los gustos y bandas de calidad indiscutible. Un sueño para cualquier amante de esta música que tanto nos mueve, y que debe estar entre los shows a visitar cuando quieran viajar en busca de experiencias para toda la vida.