Conciertos
[Live Review] Weezer: Abrazando la nostalgia


24 de septiembre 2019, Movistar Arena
Nota: Freddy Veliz – Fotos: Andie Borie
Entre la invasión de bandas que se vienen estos últimos meses del 2019, una que sus fanáticos esperaron por años (25 para ser exactos), se presentó este 24 de Septiembre en el Movistar Arena. Me refiero a los estadounidenses de Weezer, agrupación liderada por el cantante y guitarrista Rivers Cuomo, que tuvo su mayor repercusión en la década del noventa, como una banda baluarte del rock alternativo que emergió con fuerza en ese tiempo. Formados en 1992, recién dos años más tarde publican su primer largaduración, de título homónimo, pero reconocido por sus seguidores como “The Blue Album”, que posicionó inmediatamente al conjunto en los altos puestos de los charts, ubicándose como una de las bandas más exitosas de la década. Esos atributos hacían imposible perderse esta primera visita a nuestro país, lo que generó altas expectativas.
Como número de apertura, la banda nacional Protistas subió al escenario a las 20:15 horas, para ir calentando motores ante la ilustre visita. Con su propuesta encasillada dentro del pop rock indie, el conjunto chileno ofreció 45 minutos de show, ante un público un tanto frío con su música, que escuchó con respeto y los despidió con aplausos. Protistas ya sobrepasan los diez años de carrera, tienen publicados cuatro discos de estudio y varias presentaciones en vivo en el cuerpo, lo que se refleja en el escenario con un sonido correcto y que dejaba oír con nitidez cada uno de los instrumentos; Sin embargo, la conexión con el público nunca llega a ser óptima, salvo contados momentos en que se salen de la rítmica un tanto plana, y apuestan por compases que estimulan a algunos a seguirlos con saltos y manos alzadas. Un show discreto que por minutos sentí que fue demasiado extenso para un público ansioso por ver a Weezer en su debut por Chile.
Treinta eternos minutos fue lo que duró el intermedio, mientras continuaba ingresando público al recinto, la mayoría ataviados de poleras con el emblemático logo inspirado en la VH de Van Halen, que también lucía iluminado en el fondo del escenario. Cuomo y compañía, aparecen sobre el escenario desatando desde el inicio la ovación del público, tirando toda la parrilla con “Buddy Holly”, el single que los catapultó a la fama en 1994, y que para muchos es el primer referente entre sus variados hits, ya convertidos en clásicos para una generación que creció junto a su música, y que asistió en masa para verlos en vivo.
Un concierto concentrado en sus discos más emblemáticos, en especial su ópera prima. La banda brilla con luces propias y éxitos que emocionan a sus más fanáticos quienes corean con fuerza piezas como “Beverly Hills”, donde el bueno de Brian Bell se adueña de los aplausos con su destellante sonido de la guitarra. La fiesta es continua en el Movistar Arena, y esos 25 años de espera se sienten en un público que va encendiéndose cada vez más mientras transcurre el concierto, y era de esperar con una agrupación cuya carrera está repleta de éxitos presentes en la memoria colectiva de una generación, como “Surf Wax America”, “Island in the Sun”, “Holiday” o “In the Garage” que el público sigue con algarabía.
Weezer se da licencias como incluir cinco covers pertenecientes a ‘Teal Album’ lanzado en enero pasado y que homenajea a sus principales influencias. No estoy muy claro en qué tan necesario sea, para una banda del calibre y el catálogo de Weezer, rellenar con esa cantidad de versiones su show, que además no es un espectáculo muy extenso, casi una hora y media que podría ser mejor aprovechada. A pesar de esto, las versiones de “Take on Me” de A-ha, “Happy Together’ de The Turtles (con un retazo de “Longview” de Green Day), “Lithium” de Nirvana, “Africa” de Toto, o hacia el final un potente tributo a Black Sabbath con “Paranoid”, entusiasman al aforo de casi ocho mil asistentes, que viven este encuentro como una gran fiesta de rock and roll.
Pronto se viene el lanzamiento del álbum Van Weezer, y como adelanto nos presentan el primer single de un disco con claras referencias a Van Halen, eso queda más claro aun cuando se escuchan los primeros riffs de “The End of the Game”, influencia pura del virtuoso Eddie en la dupla guitarrera Cuomo – Bell. Un corte que mantiene la esencia melódica de Weezer, pero con guiños bastante balanceados hacia el hard rock e incluso el Heavy Metal ochentero.
Cuando transcurría algo más de una hora de la presentación, la banda se retira en medio de los aplausos, y los gritos pidiendo su regreso. A los minutos, los cuatro integrantes se ubican en el centro del escenario, y nos entregan una versión de “Buddy Holly”, al más puro estilo de los cuartetos de barbershops, cantos a capella a cuatro voces, donde cada uno aporta con distintas tonalidades vocales, dominio técnico que sacó risas y aplausos del respetable, en uno de los momentos más lúdicos del espectáculo, antes de seguir con “Paranoid” y despedirse definitivamente con “Say It Ain’t So”, cerrando con bandera chilena en mano, esta primera visita a nuestro país.
Una agrupación icono de los noventa, cuya carrera de éxitos se extiende hacia el nuevo milenio, convocando a un público transversal en gustos musicales, derivados de esa perfecta alquimia de melodías pegajosas, donde también aflora la nostalgia de las raíces del rock and roll y de guitarras que por momentos estallan en riffs, por cuya fuerza, bien podrían ser parte de la banda más pesada del planeta, pero Weezer logra ajustarlos en la medida perfecta, y convertirlos en canciones himno, que corea desde el rockero hasta el más popero de la tribu. La larga espera de los fans por tenerlos en Chile al fin terminó, ahora confiemos en que regresen pronto, quizás en una gira con su próximo disco, que promete ser más rockero y pesado que nunca.
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