Therion en Chile
Invitado: Crisálida
24 de noviembre 2015 | Teatro Cariola
Review: Freddy Veliz O. | Fotos: Claudio Poblete
Los suecos de THERION son una de esas bandas que constantemente están visitando nuestro país, igualando a Iron Maiden (que viene en Marzo por su octava visita), e incluso han grabado un par de video clips en un conocido Bar de Barrio Italia. Es decir, la cercanía de la banda con sus seguidores chilenos es palpable a lo lejos. Esta vez nos eligieron para realizar por primera vez un concierto en formato acústico en el Teatro Cariola, lo que obviamente era un gancho para disfrutar de su música desde otro énfasis.
Para esta visita estaba contemplada la invitación a abrir los fuegos de los nacionales BAUDA, que están promocionando su nueva y elogiada placa Sporelights, lo que finalmente no fructificó. Por lo que se buscó un reemplazante a la altura, siendo escogidos los ya experimentados CRISÁLIDA, quienes ya han tenido incursiones en formatos acústicos, por lo que les venía como anillo al dedo subirse al escenario del Cariola para recibir a los nórdicos.
A las 20:00 hrs. Los chilenos que continúan en la promoción de su álbum Terra Ancestral, reaparecen en el teatro de avenida San Diego para mostrarnos esta faceta más íntima y cruda de su música. Con “Atacama” de Solar, su penúltimo disco de estudio, nos invitan a sentir el aroma nortino por medio de los finos acordes que funcionan perfectos en el formato acústico. Damián Agurto en la guitarra, logra mantener la esencia original de la canción.
La música de CRISÁLIDA, por su variedad de texturas y dominio de pasajes orgánicos, cubiertos en un manto preciso de emotividad, obtiene muy buenos resultados visto desde el prisma acústico. “Lágrimas Negras”, “Bosque Triste” y “Violeta Gris” son ejemplos de cómo se conectan a este formato. La voz de Cinthia y su performance sobre el escenario logran mayor notoriedad, su voz se escucha limpia, a pesar de las reverberancias comunes del recinto. Un show compacto que nos ofrece una nueva mirada de lo que es el gran trabajo realizado en Terra Ancestral.
21:10 y el septeto liderado por el guitarrista Christofer Johnsson es recibido luego de un intermedio donde Metallica sonaba de fondo. Thomas Vikström , Chiara Malvestiti y Emmie Asplund (integrada recientemente para la gira), toman sus posiciones frente a los micrófonos, en un ambiente donde se respiraba intimidad y relajo, para dar comienzo a esta presentación con “Son of the Sun” de Lemuria & Sirius B (2004), Thomas corea la parte introductoria y desafía al público adivinar de que tema se trata, siendo reconocido rápidamente por algunos fans. En esa tónica casi familiar, como si de una reunión de amigos se tratara, se fue desarrollando el show. Thomas confiesa haber degustado nuestro tradicional terremoto, a lo que Chiara nos informa que fue en el mítico La Piojera del barrio Mapocho. Se escuchan algunas risas desde el público y los escandinavos continuaban repasando cortes como “Vanaheim”, “Niefelheim” entre clásicos de los 90 como “The Siren of the Woods” y parte de “Draconian Trilogy”.
La propuesta musical de los suecos se simplifica en estado acústico, se transforma y adquiere un sonido más orgánico. Chiara y Emmie se conectan entre sí para aportar con sus excelsas voces a crear momentos operáticos y así conservar la esencia sinfónica que caracteriza al conjunto. El formato pierde en teatralidad pero gana en naturalidad. Un interesante desafío, que seguramente es mejor apreciado por sus más incondicionales seguidores, que no han perdido oportunidad para ver a los suecos en alguna de sus anteriores visitas, pero quizás ( es una teoría absolutamente personal) puede no ser muy bien recibido por el debutante y que ha seguido a la banda por sus grabaciones de estudio y que probablemente se encontró con algo muy distinto a lo que se aprecia en los discos.
Vikström mantiene durante la casi hora y media de concierto una postura afable y empática con los presentes, en un momento incluso se dio el tiempo de acercarse a un costado del escenario para extender la mano a una pequeña que permanecía en los brazos de su madre y también lanzando una botella de agua a una fanática que la recibió agradecida.
La infaltable “To Mega Therion” nos acercaba al final del concierto, que según setlist concluía con “Quetzalcoatl”, pero ante la insistencia de los fanáticos, la banda hace una excepción y cuando ya se había retirado del escenario, regresa para regalarnos una coreada versión de “Black Fairy”. Los músicos sonrientes y agradecidos se despedían con una respetuosa reverencia, con la convicción de haber sorteado con éxito el riesgo de llegar con un formato distinto a lo acostumbrado. El objetivo se cumplió y, más allá del gusto personal o preferencias de la audiencia, queda la sensación de haber presenciado algo diferente en una banda que muchas cosas nuevas poco tiene para mostrar actualmente.