Nota: Freddy Véliz
Morrissey, 15 de Diciembre 2016, Movistar Arena. Santiago – Chile
Tres años pasaron para que el británico Steven Patrick Morrissey regresara a nuestro país, una vuelta que no estuvo exenta de las polémicas que genera el cantante inglés, debido a sus exigentes condiciones al planificar un concierto. Su estricta vida vegana y de defensa del mundo animal, que espera sea imitada por todos los que lo rodean, siempre saca algunas ronchas en quienes ven en el artista cierta arrogancia, queriendo imponer su visión al respecto.
Cualquier polémica extra musical queda en el olvido al verlo sobre el escenario del Movistar Arena (el viernes se presentó en Arena Monticello), aunque su costumbre de introducir en el inicio un exageradamente extenso collage de videos vintage, que van desde los recordados Ramones, pasando por el italiano Massimo Ranieri, la reina punk Patti Smith, los ingleses Love Affair, o el aplaudido David Bowie, entre otros, estimula algunas pifias desde el público. Luego de algo más de treinta minutos de videos, al fin cae el telón y la banda en pleno junto a Moz es recibida con una estruendosa ovación mientras el cantante gesticula saludando, y dando inicio a su concierto con “William, It no Really Nothing” de The Smith, su ex banda. Con un sonido pulcro desde el comienzo, nos vamos reencontrando con el controvertido compositor, y así de “Alma Matters” proveniente de su álbum de 1997 ‘Maladjusted’, rápidamente repasa “I Wish You Lonely” uno de los cortes pertenecientes a ‘Low in High School’ su más reciente placa, complementado con una fotografía trucada en la pantalla que muestra a un policía a caballo persiguiendo y golpeando a Margaret Thatcher, en plena huelga de mineros en 1984, uno de los grandes dolores de cabeza de la dama de hierro.
Morrissey es un tipo que gusta de meter los dedos en la llaga, nunca dejando de lado su postura contestataria y de constante protesta sobre distintas temáticas, haciéndose parte de reclamos que no solo atañen a su país. Vistiendo bajo su camisa, una polera con el estampado de una vaca y la frase que rezaba No+Rodeo #NoEsUnDeporte , alude a la campaña animalista que busca prohibir esa cuestionable “tradición” de nuestro país. Por otra parte también incluye dentro de sus visuales, motivos como un chaqueta amarilla enarbolando la bandera de Francia frente al arco del Triunfo en las últimas protestas en París, cuando interpreta “I’m Throwing My Arms Around Paris”, o la violencia sangrienta provocada en las plazas de toro en España, una de sus máximas luchas por la protección animal. Tampoco el abuso de la autoridad policial y de poder queda a salvo cuando nos entrega una intensa interpretación de “Who Will Protect Us From the Police” (Low in High School, 2017), inspirada en las protestas en Venezuela el año pasado, donde la policía hizo frente con violencia desmesurada contra su pueblo y la libertad de expresión. Eso es Morrissey, controversial pero prolífico autor, quien siempre tiene un mensaje para emitir al mundo, en medio de un espectáculo visual donde las luces juegan un factor importante para generar las distintas atmósferas en una propuesta transversal.
Su imagen de persona pedante o engreído, no se condice con lo que ocurre en su show, se ve un tipo que mantiene una conexión cercana (mucho más que en su última visita), se dio el tiempo de recibir y firmar algunos vinilos que le entregaban desde el público, también accedió a permitir que un par de fanáticas subieran al escenario, quienes lo abrazaban incrédulas de la experiencia que estaban viviendo. Un artista impredecible, que obligó a la producción a exigir que no se vendieran productos que contuvieran carne animal, y días antes emitió un comunicado al director de la JUNAEB, solicitando que en los colegios se incluyera una dieta vegana.
Dentro de su repertorio, incluyó un “nuevo single” según él mismo presentó, lanzándose con el cover de “Back on the Chang Gang” original de The Pretenders, mientras se proyectaba la fotografía de una joven Chrissie Hinds, líder del conjunto que debutó en Chile en marzo pasado, abriendo el concierto de Phil Collins. El cantante además provocó el griterío desde el aforo, cuando se saca su camisa y la lanza al público, retirándose inmediatamente, para volver con una nueva polera, cambios de vestuario que fueron recurrentes durante el concierto, que fluía con una dinámica bastante efectiva para las cerca de 12 mil personas asistentes, que en su encore cantaron al unísono uno de los clásicos más representativos del artista de Manchester, me refiero al incombustible “Everyday is Like Sunday” seguida de “First of the Gang to Die”, dejando un aura envolvente de música y una chocante imagen en blanco y negro en la pantalla con un joven disparándose en la sien repetidamente.
Un concierto que nos dio la oportunidad de corroborar el buen estado del británico, quien no ha estado ajeno a constantes problemas de salud. Su voz no acusó mayores dificultades y el espectáculo logró dejar conformes a sus fanáticos, a pesar de dejar fuera muchos clásicos. Acompañado de una banda que impregna intensidad instrumental, y que potencia bastante algunos temas que en estudio suenan algo más débiles, nos ofrece un espectáculo elegante, que exceptuando la innecesariamente extensa introducción, cautiva por la detallada puesta en escena, y que más allá de concretar una gran experiencia musical, siempre esta va acompañada de potentes mensajes, que de alguna forma nos hacen reflexionar del mundo que construimos. Moz se echa al público al bolsillo, y acalla bocas con lo más importante, su música.
Fotos: Sergio Cortese – @fotografiacortese
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