19 d octubre 2017 | Teatro La Cúpula
Nota: Freddy Veliz | Fotos: Cristian Carrasco
Con una Cúpula casi llena, el baterista Mike Portnoy regresó a los escenarios de nuestro país, esta vez presentándonos su proyecto Shattered Fortress, agrupación conformada por miembros de la novel banda inglesa Haken y el guitarrista Eric Gillette de la Neil Morse Band.
Shattered Fortress, es simple y llanamente un proyecto personal de Portnoy, donde reúne en una sola pieza la Twelve-step suite, conjunto de composiciones que el baterista escribió para Dream Theater y que narran los doce pasos para salir del alcoholismo. Ese es el pretexto principal para esta nueva apuesta del músico, del que ya perdimos la cuenta de la cantidad de visitas a Chile en distintos proyectos, desde su debut con Petrucci, Labrie, Myung y Ruddes el 2005.
El show presentado no solo consta de esta extensa suite de cinco canciones – The Glass Prision, This Dying Soul, The Root of All Evil, Repentance, The Shattered Fortress – sino que el eximio baterista completa dos horas de concierto interpretando otros grandes clásicos de Dream Theater como “Overture 1928” incluida la intro “Regression”, en conjunto con “Strange Déjà Vu” y la poderosa “The Mirror” en una primera parte. El público desde el inicio, cuando se oye el Preludio de Bernard Herrmann para el film Psicosis, cae rendido ante este banda que, si bien no pasa más allá de ser un tributo, pero con resultados fenomenales desde el punto de vista de la interpretación, en especial por parte del joven guitarrista Eric Gillette, que muestra dotes técnicas que no tienen mucho que envidiar a John Petrucci.
La acústica del recinto no logró la complicidad deseada, esencial para apreciar los complejos arreglos de estas piezas, que marcaron a una buena camada de oyentes amantes del metal de orden progresivo a partir de la década del noventa, cuando Dream Theater irrumpía en el mundo, con Portnoy como miembro elemental. No quiero decir con esto que el sonido haya sido totalmente malo, al contrario, hubo instantes brillantes, pero la reverberación o algunas saturaciones en el bajo y la guitarra, hicieron su nunca bien recibida aparición. Nada de eso evitó que los asistentes respondieran con gran entusiasmo, ovacionando cada uno de los cortes que se fueron interpretando con pulcra ejecución por parte de los miembros de Haken, banda que últimamente ha llamado la atención de los amantes del metal progresivo, esperemos que esta experiencia sea un aliciente para que regresen con su propio trabajo, que consta de cuatro álbumes de estudio, muy bien catalogados por la crítica especializada.
Portnoy desde su salida de Dream Theater ha mostrado signos de nostalgia respecto a los gloriosos años junto a ellos, su salida le dolió y eso lo reflejó en su momento. El fantasma DT al parecer va quedando atrás y ahora se siente con la fuerza y conciencia de poder revisar ese catálogo del que alguna vez fue protagonista, conquistando al mundo con su talento, llegando a influir en músicos jóvenes que ven en Dream Theater un referente obligado en sus vidas, y al baterista como uno de los grandes de las últimas tres décadas. Lo que vimos ayer fue a un líder innato, dirigiendo desde atrás, su obra que bien podríamos etiquetar de autobiográfica, una terapia que debió sortear para salir de su adicción al alcohol, con un final triunfal.
La obra de Dream Theater, se ama o se odia, ayer los cerca de mil trescientos espectadores llegaron para amarla y nutrirse de la intensidad instrumental que, interpretada fielmente por este colectivo reunido por Portnoy, nos hizo revivir parte de la etapa más celebrada del conjunto, conmoviendo a sus fans, que siempre han sentido el vacío dejado por el músico con su salida. Una jornada que se sellaría con la emotiva “Finally Free”, casi como una instancia de liberación de Portnoy con su pasado.
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