25 de mayo 2019 – Teatro Caupolicán
Nota: Litta – Fotos: Roberto Vergara
Para Mark Farner’s American Band ya se ha convertido en una tradición la parada en nuestro país y como no, si cada presentación es una conjugación histórica de generaciones, rock y energía revitalizadora. Lo cierto es que los años no han envejecido para nada la voz de Farner, mejor conocido como el vocalista, guitarrista y compositor de Grand Funk Railroad, cubrió una sección transversal de los éxitos de Grand Funk y cortes más profundos anteriores conmemorando así el medio siglo de existencia de la banda.
La llegada de los asistentes fue paulatina y a medida que se comenzaban a ocupar los espacios era imposible no reparar en las caras de entusiasmo de los fans, lo maravilloso de ir a este tipo de conciertos es el poder encontrarse con padres e hijos juntos, disfrutando de un ídolo que a modo de herencia ha sido seguido de forma generacional, lo cierto es que es una de las pocas leyendas vivientes de la dorada década del rock, los vestigios de la década de los 70’s cada vez disminuyen pero voces como las de Farner mantienen viva la chispa.
Cuando eran las nueve de la noche en punto, Farner y compañía subían al escenario interpretando el primer clásico de la jornada, We are American Band, advirtiendo así que sería una noche histórica de reencuentro con las melodías que en algún momento lideraron a uno de los movimientos sociales y musicales más grandes de la historia, los 70’s. A este le siguieron con gran energía y potencia, Rock & Roll Soul, Footstompin’ Music, Aimless Lady, Paranoid y People, Let’s Stop the War, el contenido social que siempre prevaleció en Grand Funk es parte de la historia y la resistencia, para muchos parte de la catarsis necesaria para toda una generación que vivió su juventud en dictadura y otros en plena guerra fría, una época en donde muchos no sobrevivieron pero que como una especie de memorial es posible recordar con la música.
Quizás uno de los grandes éxitos del pasado más populares de Grand Funk, uno que ha sido re versionado, interpretado e incluso copiado por muchos artistas, Heartbreaker, detonaba las voces de todos los asistentes, para así proseguir con otros hits de grueso calibre, Mean Mistreater y Bad Time. Para mí una de las canciones que mejor representa a Farner, sin duda alguna, una oda la humanidad y la hermandad, la paz y el amor como símbolos perpetuos de nuestra raza, Sin’s a Good Man’s Brother, se alzaba por los cielos del Caupolicán con ese riff tan peculiar y la voz magnánima de Mark, un verdadero himno que sonó perfecto y que mantuvo su velocidad original.
Nadie se mantuvo en su asiento, las sillas pasaron simplemente a estorbar ya que desde el inicio nadie pudo mantenerse quieto, al igual que el enérgico frontman, quien corrió de un lado a otro junto a su guitarra, que solo mantuvo la quietud cuando tocaba el órgano, es así como quedó demostrado que no existen obstáculos etarios cuando llevas la inyección del rock en las venas. Llegaba el final de la velada y tres canciones encendieron aún más los ánimos, The Loco-Motion, Some Kind of Wonderful y finalmente I’m Your Captain (Closer to Home),ocasionaban la negativa por parte del público, quienes se negaban rotundamente a dejar ir a la banda. Entonces el merecido cierre se hizo posible, Inside Looking Out y el ímpetu de todos los presentes se transformó en ovación unánime que coreó desde el incio hasta decir adiós a este gran clásico.
Una noche de alto nivel de rock, en donde el poder de la trayectoria, la energía de la música y el mutuo cariño de los presentes, convirtió a este nuevo reencuentro en uno que vivirá en la memoria de todos los asistentes, especialmente en quienes pudieron disfrutar junto a sus familias.
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