3 de noviembre 2017 | Teatro Caupolicán
Nota: Freddy Veliz O. | Fotos: Cristian Carrasco
En su séptima visita a Chile, los alemanes Helloween, considerados padres del power metal melódico, sorprendieron con un concierto antológico, como parte de la gira Pumpkins United World Tour, que acaparó la atención de los fanáticos y concluyó con una convocatoria que agotó dos fechas en el Teatro Caupolicán gracias a reunir en un mismo escenario a sus integrantes históricos: El guitarrista y cantante Kai Hansen, que dejó la banda en 1988 y Michael Kiske emblemática voz de los clásicos Keeper of the Seven Keys I y II despedido en 1993, reunidos a Michael Weikath, Markus Grosskopf, Andi Deris, Sasha Gerstner y Daniel Löble, era por lo bajo una fecha que nadie se quería perder, un reencuentro soñado y que hace algunos años atrás era impensado.
El marco con el que nos recibió el recinto emplazado en pleno barrio San Diego, era gratificante, al ver un público con ánimo de carnaval metalero, coreando el clásico “Happy Happy Helloween” al son de la tradicional melodía de “London Bridge is Falling Down”, sello característico de la banda alemana, mientras comenzaba a oírse el tema “Let Me Entertain You” de Robbie Williams como preámbulo a un momento de estruendosa ovación cuando tras un telón traslúcido, con el logotipo del conjunto, aparecen los músicos y los riffs de “Halloween” nos embarcan en un recorrido fantástico por clásicos inolvidables de los germanos.
Una marea de fanáticos saltaron coreando melodías impregnadas en la memoria colectiva de los que crecieron a la par de esta banda que marcó a todo un género. Una pantalla de fondo nos proyectaba un trabajo de animación que fue hilando cortes como la imperecedera “Dr. Stein”, con la dupla Kiske-Deris en una performance implacable. Las dudas sobre el desempeño de Michael Kiske surgidas luego de filtrarse el uso de playback en el primer show de la gira iniciada en México por problemas de salud, se disiparon al percatarnos de la mejoría del histórico vocalista, que logró imponer sus pergaminos que lo encumbran entre las más importantes voces del heavy metal, por otra parte Andi Deris demostró su tremenda capacidad vocal, un complemento perfecto para apoyar a Kiske sobre el escenario.
Los distintos pasajes animados protagonizados por Seth y Doc, personajes con cabeza de calabaza, símbolo inequívoco del conjunto, provocaban hilarantes referencias entre canción y canción, y nos daban un breve tiempo para tomar aire, ante estas máquinas de producir heavy metal con el acelerador a fondo, y contagiar con sus coros melodiosos, que al contrario de la tradición metalera, infunden un aura de alegría y actitud positiva, en medio de la épica de sus instrumentaciones, que solventadas con tres poderosas guitarras, lideradas por el respetado Kai Hansen nos entregan postales inolvidables cuando se posicionan en línea, creando un muro inquebrantable. En medio de una calidad de sonido clara y portentosa.
Hansen nos entrega uno de los momentos más ovacionados de la jornada, cuando se adueña del micrófono y junto a su Flying V, arremete con un medley soñado compuesto por “Starlight – Ride the Sky -Judas y Heavy Metal (Is the Law)” convocándonos a viajar en el tiempo a los inicios de la banda. El músico, dotado de actitud y una voz imponente, se roba el aplauso y los elogios por parte de los 4500 asistentes, entre esos, un multitudinario circle pit, con bengala en alto creaban un marco emocionante en el punto más alto del encuentro.
Otro de los momentos emotivos vividos, desde el punto de vista de la nostalgia, fue el solo de batería de Löble, haciendo dupla con el triste y prematuramente fallecido Ingo Schwichtenberg proyectado en la pantalla con su característica sonrisa y desplante tras los tambores, completando simbólicamente esta reunión histórica de Helloween con sus fundadores.
No solo de clásicos vieja escuela se trató este regreso de la banda por nuestro país, cortes como “If I Could Fly”, “Are you Metal” o “I Can” con Andi Deris en el frente nos recuerdan a quien es el responsable de mantener en la carretera al conjunto junto a Weikath y Grosskopf, cómplice inamovible a cuya capacidad vocal aún le debemos mayor reconocimiento, anoche comprobamos el tremendo nivel y posicionamiento que posee en vivo el cantante de 53 años.
Para el final y llegando casi las tres horas de show, la banda nos reservó un arsenal de clásicos impulsado por la magnífica e incombustible “Eagle Fly Free” desatando una explosión de energía en el público, que como un espolonazo era atacado con “Keeper Of a Seven Keys”, y luego de un breve descanso era abatido con “Future World” y la fiestera “I Want Out” en medio de pelotas inflables sobre el aforo y explosiones de confetis.
Las gargantas de los casi cinco mil almas cantaron con pasión y fuerza estos clásicos inigualables del heavy metal, que sufría transiciones a mitad de los ochentas, con Helloween como punta de lanza en un subgénero controversial para algunos que no veían con buena cara el aire festivo de la propuesta de los alemanes, banda que igualmente se hizo un espacio de manera transversal, conquistando tanto a los amantes del heavy más tradicional, como de los que gustaban de la velocidad del thrash metal, que valoraban la riqueza técnica e instrumental de Helloween, amos absoluto del universo épico del heavy metal.
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