Por: Stefany Mancilla Salinas
Foto: Andie Borie
En Orbita cumplió con todas las expectativas de un fiel amante de la música y las nuevas propuestas que se están introduciendo en el oído musical chileno de la escena independiente. A pesar de no comenzar en el horario señalado y que la cantidad de público asistente era menos del esperado, los músicos lograron hacer del lugar una atmósfera intima e interpelativa con el público. Life on mars, la charla del premio nacional de ciencias, José Maza, atrapo a la Cúpula dando hincapié a la idea de empezar a pensar en comprar un terreno para vivir en marte y los beneficios de recuperar la juventud perdida. No pasa mucho tiempo cuando NST & THE SOUL SAUCE sube al escenario y nos deja perplejos y fuertemente atraídos por esa onda Korean Reggae/Ska, una banda impecable, no había que saber mucho de música para notar el dominio absoluto de los músicos sobre sus instrumentos, cambiaban de vocalista y tenían a su invitada especial Kim Yul Hee con una voz increíble llena de frescura y juego ligado a un vestuario muy teatral, propiamente koreano. Luego Alexander Biggs entregó esas ganas de tener un amor naive, irradiaba tranquilidad y ternura que se reflejaba en el público, entramos en su misma secuencia y hasta risas sacó con un intento de hablar español, lo que hizo un ambiente cada vez más íntimo.
Cuando estábamos todos tranquilos y un ambiente muy soft llega a quebrarla la banda surcoreana Dead Buttons con toda su energía y un estilo rock garage digno de un show de CBGB, bastó con una canción para que todo el público empezará a cabecear aquel rock fuzzero, fue el trago fuerte de las cuatro de la tarde. Nos cambian totalmente la onda los chicos de Deep Sea Arcade para sumergirnos en una atmósfera underground llena de juventud alternativa, noche y frescura.
Con un in crescendo de gente comienzan los canadienses We Are Wolfes que cada uno con su estilo propio robó la atención de todos, sobretodo el baterista que tocaba como si estuviera corriendo una maratón, un training físico y provocación sobre el escenario sacándose la ropa, el talento de los tres integrantes sobrepasaba lo atractivo de este y teníamos un público totalmente entregado de ellos, extásis, baile, extravagancia en sus outfits y un vocalista con toda la disposición a dejarlo todo en el escenario.
Luego de horas de rock, reggae, folk e indie, el público se dispersaba per quien mejor para unirnos que Juan Wauters, quien muy vanguardista se baja del escenario y pasa más de 10 minutos enseñándonos una canción como trabalenguas y haciéndonos cantar a cualquiera, tocó unas pocas canciones, increíbles, pidió un minuto de silencio para disfrutarlo y a pesar del disgusto de algunos espectadores con un oído claramente más exigente , el uruguayo sabía que era parte del show y continuó pidiendo gritos y aplausos y todo el ruido que pudiéramos hacer y lo consiguió.
El sol empieza a caer, pero dentro del festival, SUUNS nos mete en este sonido intrigante con un juego de luces inclinado fuertemente al color rojo, la banda hizo una composición corporal casi ensayada, eran un cuadro plástico atractivo en todas sus aristas. El indie rock canadiense termino por seducir con su música y voz hipnotizantes para luego dar paso a una fría paleta de colores en el escenario que nos es más ni menos que la propuesta de Föllakzoid, grupo chileno de los más esperados por el público, los cuales tocaron una sola canción de áprox. 40 minutos, donde podemos disfrutar una verdadera performance, vemos la mayoría del tiempo sus siluetas, dejando más sensible nuestro audio encandilado por su psicodelia y los movimientos de baile místico del vocalista que todos imitábamos por su fuerte presencia, su altitud casi infinita por unos altos tacones y solo usando un body nos dejaba como en un estado de trance podíamos decir que éramos sin duda parte del show.
Yonatan Gat nos cambia totalmente el escenario, reduciendo a una pequeña tarima en la cancha, prueba los instrumentos, habla con sus compañeros fuertemente y de la nada comienza a sonar la batería y el bajo durante unos 5 minutos, cuando aparece a irrumpir Yonatan Gat, impetuoso e imponente provoca una rápida reacción en un público con ganas de expresarlo todo y con un fuerte olor a cerveza en el aire. Pese a qué tipo comenzó manifestarse en contra de Israel nombrando a Gaza, el frontman dice que no lo entiende y siguió con su show más potente que antes rodeado en un círculo de gente eufórica, sacudiendo las cabezas, bailes muy genuinos y él alcanzando el máximo, rompe su guitarra de doble mástil contra el piso y la eleva con una mano como trofeo, terminando victorioso.
Con un público esperando el plato fuerte desde la frustrada visita de los estadounidenses el 2015, más impacientes que nunca, la efervescencia aflora y Oh Sees empiezan su show y desataron la energía del público, descontrolada, casi todos en la cancha, saltando, bailando, cantando, empujando y bebiendo, nada agresivo pero energía de adolescente se veía en todos nosotros. Tocaron canciones clásicas y variadas en estilo y cada una fue estrujada al máximo por la audiencia.
Concluyo con las buenas vibras que tuvo el festival, todos nos paseábamos dentro y fuera de la cúpula, compartiendo en los entre tiempos con los amigos, conversando con los artistas y escuchando comentarios como: “Que increíble este festival, no le faltó nada” o “la mejor plata que he gastado”, podemos decir que no se sintió la falta de gente o el desfase de horarios. Con más de 10 horas en la cúpula y la calidad de todos los músicos puedo decir gracias al festival En Órbita.
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