2 de noviembre 2017 | Teatro Cariola
Nota: Cristina Olivares Parra | Fotos: Cristian Carrasco
Casi 3 años tuvimos que esperar para volver a reencontrarnos con esta agrupación oriunda de Estados Unidos, que una vez más, tal como en el año 2014, nos transportaron al ambiente clásico de los bares de Irlanda a través de su punk. Esta vez para deleitarnos con la muestra de su último trabajo, 11 short stories of pain & glory, el cual los fanáticos recibieron con gran aceptación y muy buenas criticas.
Si bien Dropkick Murphys no es una banda masivamente escuchada en Chile, de igual forma han logrado reunir bastantes adeptos a su movimiento musical y esto quedó más que demostrado la noche del 2 de noviembre en el emblemático, Teatro Cariola, donde un público frenético esperaba el comienzo de una nueva presentación de la banda liderada por Ken Casey.
Puntuales, a las 21:00 horas se bajaban las luces para dar comienzo al espectáculo con la introducción de su última placa, The lonesome boatman, que logró calentar los motores de una audiencia que ya se percibía como una batalla al puro estilo de Pandillas de Nueva York. Los visitantes para dejarnos en claro que estaban de vuelta en nuestro suelo, disparan la poderosa, The boys are back, con una potencia que la hizo retumbar por todos los rincones, haciendo de esta noche una verdadera fiesta celta de punk rock.
Así entonces durante el show fueron recorriendo parte de su discografía, entre palmas, pasos irlandeses y mosh, con una fuerza intransigente y un público que no daba respiro a las pausas de la banda en el escenario, gritando constantemente y a coro “Let’s G Murphys” para que la agrupación volviera a enloquecer a la fanaticada con interpretaciones clásicas tales como, The State of Massachusetts, Johnny, I Heardly Knew Ya, Prisoner’s Song, Rose Tattoo, Do or Die o. Bastards on Parade, no olvidándose tampoco de su actual producción con canciones como I had a hat, Rebels with a cause o First class loser.
Sin duda una alocada celebración, en la que los nativos de Boston, nos hicieron saltar al ritmo de sus alegres y pesadas melodías, encantando a sus fans con el paso de su trayectoria y lo nuevo que tienen para ofrecernos, dándose el lujo de también rendirle tributo a los grandes del punk como lo son The Ramones con la legendaria I wanna be sedated, volver nuevamente a los clasicos con Boys on the docks y I’m shipping on the Boston, para finalizar su presentación con lo que fue un gran carnaval sobre el escenario, dejando pasar a gran parte de los asistentes a disfrutar la ultima gota del show con ellos al ritmo de Until the next time, demostrando un fiato y preocupación por su gente, la familia del punk.
Así finalizó entonces, la segunda presentación en tierra Chilena de estos músicos, que con una hora y cuarenta minutos, más de 20 canciones en su repertorio, más una puesta en escena impecable, dejaron demostrado una vez mas que su nuevo estilo de punk sigue rompiendo barreras y arrasando entre sus oyentes, manteniendo así muy alta las ganas de verlos una tercera vez.
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