Nota: Freddy Véliz
Lanzamiento ‘Devotion and Hate’ Lemmy Bar. 15 de Junio 2018
El pasado viernes 15 de junio, nos dimos cita en Lemmy Bar, para presenciar el lanzamiento en vivo del esperado debut discográfico de Cabrío, la nueva apuesta de Andrés “Cabrío” Marchant, histórica voz de Necrosis, banda fundamental en los inicios del metal chileno. Devotion and Hate, es el título del álbum de la banda liderada por el también ex vocalista de Kingdom of Hate.
El encuentro tuvo además a tres bandas invitadas, que de alguna forma representan a distintas generaciones que mantienen el metal extremo con vida en nuestro país. Los primeros en subir al escenario fueron los death thrasheros AFTERLIFE, conjunto con cerca de una década de vida. Exponen una poderosa muestra de metal old school, con una solida base rítmica, además de una gran ejecución en guitarra de Agustín Marchant, la herencia sanguínea del metal en total manifiesto, el guitarrista es hijo de Andrés “Cabrío”. Es plausible el hecho de que esta banda de jóvenes músicos logren empaparse de la esencia del metal más primigenia, y traerla de vuelta al siglo XXI con frescura y actitud.
Luego del batatazo de AFTERLIFE, el turno de continuar detonando furia en el bar ubicado en pleno barrio Bellavista, fue de WARCHEST, quienes con dos producciones discográficas bajo el brazo, mantienen la tónica de recoger los sonidos más clásicos del metal extremo, siempre con la intención de no sonar añejos. Si el objetivo se logra o no, puede dar para análisis más profundos, lo que sí queda de manifiesto en su presentación, es que en actitud, brutalidad y peso no se quedan atrás y cruzan el umbral de lo que esperamos de una banda del género, con cortes efectivos, que encienden el ambiente para lo que se venía más adelante.
Mientras aprovechamos el intermedio para refrescar nuestras gargantas en el local, nos preparamos para presenciar el cuidado show que CABRÍO nos tenía dispuesto. La banda compuesta por Julio Constanzo y Alberto Arenas en guitarra; Mauricio Peña en bajo; Rod Leiva en batería y Andrés Marchant liderando la voz suben al escenario, mientras en la gran pantalla led de fondo se proyectan escenas que resumen la carrera de su líder, desde la anecdótica y recordada participación de Necrosis en Sábados Gigantes, pasando por la invitación de Kingdom of Hate a abrir el primer concierto de Iron Maiden en el Estadio Nacional y otros hitos de este personaje insigne en el desarrollo del metal en Chile.
Sorteando un pequeño problema en el micrófono, instalado en un atril cubierto en vértebras y un cráneo de chivo, que aportan al concepto de la puesta en escena, la agrupación comienza a introducirnos en esta nueva propuesta de Marchant, siempre ligada al thrash metal clásico. “Twenty Thousand Tons”, tal como aparece en el disco, es la punta de lanza, para una presentación que reafirma lo vivo que el metal se mantiene hasta nuestros días, con un integrante icónico como Andrés, dando una incansable pelea por seguir entregando nuevas obras al género, con la convicción de toda una vida. Entre el público podemos apreciar a personas que rodean el círculo de amistad de Andrés, como también a seguidores jóvenes, nuevas generaciones que siguen cautivándose con el sonido de las guitarras extremas y el azote de cabezas.
Utilizando una máscara alusiva al film The Thing, Cabrío, sobrenombre que Andrés en la época fundacional del metal chileno, va replicando momentos de atmósferas oscuras y de gran efusividad, con un grupo de bangers respondiendo con instantáneos mosh, mientras cortes como “Arzamas” o “I Have Become” resonaban en el reducido espacio del local rockero capitalino. Para la única canción en español del álbum, titulada “Dios sin Fé”, se une la destacada cantante Cinthia Santibañez, voz de Crisálida, quien desborda todas sus capacidades junto a la banda thrashera, una incursión inédita de la vocalista de una de las bandas más importantes del progresivo nacional.
CABRÍO no desecha la oportunidad de revisar dos clásicos de la agrupación madre de Marchant, y cortes como “Prayer” y “Fall in the Last Summer”, unidas a un extracto de Raining Blood de Slayer, nos remiten a The Search, el primer lp de metal chileno, donde la influencia de los norteamericanos era tácita, el público no dejó pasar la oportunidad para enfrascarse en un mosh como los de antaño, y dejarse llevar por la impronta de un conjunto instrumentalmente sólido, cuyas líricas son acompañadas por seguidores que corean con fuerza cada nueva pieza de este disco, como el más recordado clásico. Para el final la arrolladora “Seed of Perdition” dejaba la adrenalina elevada al máximo, a la espera del show de cierre.
Si bien CABRÍO fue la banda anfitriona, por ende la protagonista de la jornada, no podemos dejar de acotar, que sus invitados RECRUCIDE, se sumaron a ese protagonismo, debido a que llegaron con solo unos días de haber sido reconocidos por segunda vez con el premio Pulsar, por su última y elogiada placa ‘The Cicle’, y esos pergaminos, más una creciente carrera, que ya va por las dos décadas, quedaron de manifiesto en un show demoledor, sonando de la mejor forma posible, superando en ese detalle a todas las demás bandas de la jornada. El conjunto liderado por el bajista y cantante Rodrigo Zepeda, ha logado un nivel superior dentro del circuito nacional, con una propuesta que desde lo más extremo del death Metal y el thrash, se filtran estructuras de toques progresivos y de contemporaneidad, que los catapulta como una agrupación que busca renovar el metal, siempre mirando hacia adelante. Lástima que muchos de los que estaban abarrotando el local se retiraron antes, quedando una menor cantidad de público en el lugar, lo que no afectó de todas formas, la entrega e intensidad con que fuimos acribillados desde “Disowned” e “Illumination”, los primeros ataques de ‘The Cicle’, pasando por “God Didn’t”, “Uncontrolled” o “Death Confession”, de sus dos placas anteriores.
Cierre perfecto, con un buen recorrido por su carrera, obviamente con mayor énfasis en su premiado último disco. Una ráfaga de riffs y fuerza motora de un intenso metal bien elaborado, y que refresca constantemente el sonido de uno de los circuitos musicales más importantes de nuestro país.
Vivimos una jornada confabulada para visionar como el metal chileno continúa embarcado en conservar la esencia más primitiva del género, pero acrecentada también por mantenerlo vivo a través de un sonido actualizado, sin desmerecer el trabajo de las nuevas generaciones, que son imprescindibles para que siga con vida. Destaco el interés de la producción por entregar y desarrollar un evento lo más profesional posible, disponiendo de la tecnología actual, como la imponente pantalla led en el fondo del escenario, que complementó visualmente a cada una de las agrupaciones, más el gran trabajo de CABRÍO, al contar con una amplia variedad de merchandising, con un trato especial para los medios de prensa, pocas veces visto en este tipo de presentaciones. Un ejemplo que debiera multiplicarse, para potenciar una creciente escena, muchas veces mirada en menos, pero que bien sabemos, goza de un alto nivel para considerarse entre las mejor conservadas de nuestro país.