BRUCE SPRINGSTEEN EN CHILE
12 DE SEPTIEMBRE 2013 | MOVISTAR ARENA
Por Freddy Veliz O.
Una de las leyendas de la música mundial que tenía una deuda con Chile, por fin la saldaba, y así cumplía el deseo de muchos que soñaban con ver a Bruce Springsteen frente a frente.
Las expectativas iban creciendo mientras se acercaba el día del concierto, en especial cuando nos enteramos que The Boss llegaría a nuestro país dos días antes, para afinar detalles, dar entrevistas y ensayar para este comienzo de la parte sudamericana del The Wreking Ball. Los rumores hablaban de una actuación larga duración, que promediaría las 3 o 4 horas de concierto.
La cita estaba estipulada para las 21:00 horas, pero como buen Jefe, la puntualidad no se hizo presente y llegó unos 40 minutos después, y así a las 21:40 horas con la E Street Band en pleno, saludando al público chileno, hace estallar el Movistar Arena con “We Take Care of you Down”, primer single de Wrecking Ball su último disco, seguida del tema que da título al álbum, se comienza a sentir la energía de esta banda apoteósica de 16 músicos comprendida por una maravillosa sección de vientos y un coro que con el correr de las canciones nos iba deleitando y emocionando.
“Badlands” uno de sus grandes clásicos fue coreada y seguida con las palmas del público, en una suerte de complicidad con Springsteen, quien con 63 años a cuestas, derrocha una energía envidiable sobre el escenario, manteniendo además su voz en impecables condiciones, en tan solo estos tres primeros temas, ya podíamos sentir que lo presenciado escapaba a un show común y corriente.
Junto a Garry Tallent en el bajo, Nils Lofgren y Stevie Van Zandt en las guitarras, Charles Giordano en el acordeón y la talentosa Soozie Tyrell en el violín, alineados en el escenario, continuarían con “Death to my Hometown” otra de su más reciente placa.
Uno de los puntos más altos lo viviríamos con “Spirit in the Night”, con Bruce iniciando una suerte de alabanza, acompañado de los coros en tono góspel, luego, en el transcurso de la canción corre por el pasillo central de la cancha hacia una tarima apostada en medio del público desde donde, junto a Jake Clemons, el joven saxofonista sobrino del desaparecido Clarence Clemons, continúa cantando y saludando a los que lograban acercarse, besando incluso a una fanática, para luego lanzarse de espaldas hacia el público y ser trasladado por las cientos de manos hacia el escenario. Un momento ovacionado por los miles que llegaron al Movistar Arena.
El arsenal de canciones con el que cuenta The Boss, no para y así entre recibir y leer las pancartas que se levantaban en la multitud, van pasando temas como la clásica “The E Street Shuffle”,de su segundo disco The Wild, the Innocent and the E Street Shuffle de 1973, álbum que un día antes, cumplía 40 años de su publicación, y “My City of Ruins”, “Atlantic City” y “Johnny 99” ambas de Nebraska (1982).
La tejana “Cadillac Ranch” continuaba el ambiente de fiesta para pasar a uno de sus más elogiados clásicos, la increíble “The River”. Y el guitarrista Nils Lofgren se luce con un espectacular solo en la versión del clásico de Patti Smith “Because the Night”.
Cada uno de los miembros de la E Street Band, compuesta por un grupo estable y otro de músicos invitados, demuestra tal nivel de compenetración que logran crear increíbles atmósferas, por momentos el piano toma el protagonismo, en otros las voces, los vientos, y así se van sumando cada uno en una dinámica imparable, con Bruce jugándose su rol como si fuese su último concierto.
“She’s the One”, “Darlington County”, “Working on the Highway”, “Shakled and Down” se van sucediendo de manera perfecta, con el publico rendido, levantando las manos, coreando y siendo reales partícipes de esta fiesta como pocas se han vivido en un concierto en Chile.
En “Waitin’ on a Sunny Day” Bruce invita a una pequeña a subir a la tarima central, y le cede el micrófono soplándole al oído la estrofa, cantada por la niña sin problemas ganándose el aplauso de los fans y uno que otro suspiro de ternura de algunas mujeres. La humildad y sencillez de Bruce Springsteen es digna de toda nuestra admiración, un tipo que se ha tomado en serio su papel de representante de la clase trabajadora en el mundo del rock norteamericano.
Con “The Rising”, la magnífica “Thunder Road” y “Land of Hope and Dreams” llegábamos al final de la primera parte del concierto. El que continúa con Bruce, solo en el escenario con su guitarra acústica, dirigiéndose al público con un español algo aproblemado pero entendible, recordando su paso por el Festival Amnistía Internacional de 1988 en Mendoza, habló de los familiares de detenidos desaparecidos y lo marcado que quedó con las fotografías de las víctimas, para llevarnos a uno de los momentos más emocionantes de la noche interpretando “Manifiesto” del cantautor chileno Victor Jara. Uno de los minutos que no se borrarán fácilmente de nuestra memoria.
Luego de continuar con “We are Alive”, llega el turno del máximo himno del estadounidense, la inmortal “Born in the Usa”, un emblema y quizás su clásico más reconocido y de mayor éxito en nuestro país a nivel de masas. El turno de otro clásico llega con “Born to Run” uno de sus mejores trabajos, con Van Zandt luciéndose como cómplice eterno en la carrera de Springsteen.
“Dancing in the Dark” uno de sus máximos hit, incluido en Born in the Usa de 1984, comenzaba a subir más la temperatura y el ambiente en el recinto del Parque O’higgins se transformó en una verdadera fiesta , sin romper la tradición Bruce invita a una chica del público a bailar en el escenario, a la que suma otra, y otra…una de ellas incluso besándolo en su boca, desatando las risas de él y el público, el punto más alto ocurre cuando lee la pancarta de una chica embarazada, donde se divisa una ecografía y la frase “Bruce, Baila con mi futura mamá”, la chica es invitada al escenario y le montan la guitarra acústica para cantar junto a la banda, ella con bastante personalidad y derroche de felicidad por lo que estaba viviendo sigue el juego en medio de los abrazos y sonrisas de Bruce y los músicos de la E Street Band.
De “ Tenth Avenue Freeze-Out” pasamos a la festiva versión del clásico “Shout” original de las leyendas del soul The Isley Brothers, en donde Bruce y la banda de la calle E nos invitan a participar levantando las manos y a agacharnos al siguiendo la contagiosa base rítmica.
Nos volvemos a las primeras grandes obras de The Boss y es el turno de la tremenda “Rosalita (Come Out Tonight)” para seguir emocionándonos. Se cumplían tres horas y veinte minutos de show, y Bruce si bien denotaba cansancio, se daba energías para seguir entregando todo en el escenario, es impresionante la capacidad para mantener un concierto tan extenso y sin bajar la intensidad en ningún momento. La banda se retira y cuando pensábamos que llegaba el final, Springsteen reaparece en el escenario acompañado solo de su guitarra y armónica y nos entrega una sentida versión acústica de “This Hard Land”, un respiro antes de salir del recinto, luego de haber presenciado tres horas y media de un espectáculo único, con uno de los artistas más comprometidos de la escena norteamericana, músico que logra aunar en su obra lo mejor de los sonidos de su tierra, pasando del folk al soul, el blues y el rock and roll, matizados por las voces de sus coristas que nos envuelven en las armonías del gospel. Una noche en que brilló el talento, la entrega y la inteligencia para armar un gran espectáculo, en eso Bruce Springsteen nos dejó claro quién es El Jefe.
BRUCE SPRINGSTEEN EN CHILE
12 DE SEPTIEMBRE 2013 | MOVISTAR ARENA
© CRISTIAN CARRASCO S.
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