BLACK LABEL SOCIETY EN CHILE
15 DE AGOSTO 2014 | TEATRO CAUPOLICÁN
Por tercera vez Zakk Wylde regresaba a nuestro país con su proyecto más sólido, BLACK LABEL SOCIETY, la banda que formó en 1998 luego de haber dejado atrás su incursión en el rock sureño junto a Pride & Glory, en paralelo a su emblemática carrera junto al príncipe de las tinieblas, Ozzy Osbourne.
Al igual que en su anterior visita del 2011, el recinto que lo acogería sería el Teatro Caupolicán, que logró reunir aproximadamente a 2.000 almas negras hambrientas de ese metal pesado que Wylde extrae desde las vísceras, y que con el talento que lo ha elevado a un nivel de leyenda, hace explotar el recinto al momento de caer el telón que cubría el escenario en su totalidad. Sonando a un volumen altísimo desde el primer segundo con “The Beginning… At Last” de su álbum debut Sonic Brew de 1999, ya presentíamos que la noche se venía intensa.
Sin dar respiro ni descanso nos acribilla con “Funeral Bell” y la ovacionada “Bleed for Me” que los presentes cantaron desgarrando gargantas. La estampa vikinga de Zakk, con esa mezcla de motoquero que disfruta demostrando rudeza hacia sus seguidores, eleva su guitarra hacia los cielos, la toca con los dientes y la ubica en sus espaldas al más puro estilo Jimi Hendrix. Sus compañeros de banda cumplen su trabajo de gran forma, siempre cuidando el protagonismo del jefe, que no duda en lucir su implacable manejo de las cuerdas.
El turno de revisar Catacombs of the Black Vatican, última placa de BLS, pretexto de este tour, llega con “Heart of Darkness”, para luego pasar a los arrastrados riffs de “Suicide Messiah” con el coro a cargo de uno de los roadies tras el megáfono.
El primer single de Catacombs… “My Dying Time” antecede a “Damn the Flood” de la misma placa y que se une al momento en que Zakk reluce su talento a través de un extenso solo, más largo de lo necesario en mi opinión, con una interminable superposición de licks a toda velocidad donde se pierden los armónicos en una densa capa de sonidos ensordecedores, sin dejar lugar para los silencios que hacen más interesantes estas muestras de virtudes técnicas.
Sin dar tregua, el resto de la banda reaparece y continúan con “Godspeed Hell Bound” de Order of the Black del 2010. Después de esta hecatombe de duras guitarras, Zakk presenta a su nuevo guitarrista Darío Lorina, quien toma posición tras el teclado para sensibilizar el ambiente con “Angel of Mercy”, luego el que se pone tras las teclas es Zakk Wylde, quien con “In this River” homenajea al desaparecido Dimebag Darrell, acompañado de un telón con la imagen del recordado guitarrista de Pantera.
Con “The Blessed Hellride”, “Concrete Jungle” y la ya clásica “Stillborn” culmina esta nueva visita del hombre que marcó toda una época en la banda de Ozzy Osbourne, y que a través de Black Label Society, continúa pateando cráneos, como los que utiliza en el pedestal de su micrófono, y desatando una propuesta que nace de sus influencias en los sonidos del Sur de Estados Unidos, ramificados en un metal lleno de crudeza y grooves por montones.
La potencia que logra en vivo, es tal, que cruza los límites de lo aceptable, y en especial su voz, que está ecualizada a tanto volumen que termina agobiando nuestros tímpanos. Pero la solidez de su puesta en escena, donde la intensidad no baja ni un minuto, predomina ante toda imperfección. Black Label Society tiene esa aura de secta, cuyos devotos seguidores mantendrán siempre firmes sus puños en alto para rendirse ante la presencia implacable de El jefe Wylde.
Review: Freddy Veliz
Fotos: Claudio Poblete
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