Por María José Sandoval.
Estrenada el jueves pasado, la película dirigida por Craig Gilliespie, está inspirada en la vida de la patinadora olímpica Tonya Harding y centrada, a su vez, en la época de los 90’s por uno de los escándalos más sensacionales en la historia del deporte.
Cargada de drama y comedia, “I, Tonya” (Su versión al español como “Yo, Tonya”) fue nominada a los premios BAFTA, los Globos de Oro y ganadora de un Óscar a mejor actriz de reparto de sus tres nominaciones a los trofeos de la academia.
Oscura y prometedora.
¿Es posible amar a Tonya Harding?
Desde el inicio del largometraje, nos encontramos con el “otro lado” de la moneda expuesta por los medios en el año 1994, iniciado con el escándalo mundial y protagonizado por nuestro personaje principal.
Lo cierto es que Harding, interpretada por Margot Robbie, fue acusada de romperle la pierna a una de sus principales rivales y competidora para los Juegos Olímpicos, Nancy Kerrigan. ¿Pero fue así tal cual? ¿Quién está detrás de ese peinado lleno de laca y de la malla con brillos sobre la pista?
Es así como empezamos, a base de un hecho que todos sabemos, la historia más profunda y llena de violencia de la patinadora sobre hielo estadounidense, desde las ansias por lograr ser alguien hasta las presiones familiares y principalmente ejercidas por su madre, LaVona Fay Golden (Allison Janney).
Y es bueno mencionarlo desde ya, porque el personaje interpretado por Janney logra que te desagrade desde el comienzo.
LaVona Fay, esa mujer alta, de cabello corto y lentes grandes, es la encarnación de sueños frustrados que intenta proyectarse en la pequeña Tonya, instándola de manera dura, poco maternal y violenta para ser cada vez mejor, y que a su vez explican el origen de Harding.
En lo personal, el personaje de LaVona fue uno de los que más me gustó en esta trama. Ya que no solo hace ver a la figura de la patinadora profesional como más indefensa y hasta te dan ganas de defenderla, sino que retrata el rostro de muchos adultos que están detrás de los deportistas jóvenes, y a veces no con los mejores tratos para “salir de donde están” y “ser aun mejores que los padres”.
Bajo esto mismo, podemos notar la especial línea argumental en la que se basa en la película, ya que está hecha bajo las tres entrevistas que se hacen tanto a Tonya, LaVona y Jeff Gilloly (interpretado por Sebastian Stan), el ex marido de Harding.
A su vez, te colocan los hechos a medida que la historia es contada, y cada uno de los personajes cuentan su versión de esta, en donde incluso hay momentos en que los actores miran a la cámara para desmentir que las cosas fueron realmente de esa forma a pesar de que el otro lo afirme, imposibilitándote el confiar en uno o en otro, lo que resulta interactivo, fresco y hasta entretenido.
A pesar de ello, y aunque parezca una forma desordenada de presentarte la trama, nunca se pierde el objetivo, el cual el relatar cómo cada uno de ellos influyó en la vida de Tonya, cómo moldeó su carrera a base de esto y cómo se construyó un plan que terminó por hacer que se ganara la fama de “la más odiada en los Juegos Olímpicos”.
“No es la imagen que queremos”
Harding está lejos de ser perfecta, y más allá de proyectar una imagen tradicional y delicada (como la que quisiera el Comité deportivo) se logra vislumbrar una mujer de bajos recursos y de un matrimonio disfuncional.
Así mismo, y parte de la violencia que recibió Tonya siendo menor, Jeff Gillooly viene a compartir su historia, y hasta incluso la película, recreando aquellos males de los que Harding se enamora y teme a la vez.
Por otro lado, la dirección de Craig Gillespie logra a la perfección el retrato de cada escena actual versus las imágenes de archivos de la época de 1994, con una especial fijación en los parecidos de los personajes con los sujetos reales, y en donde vislumbramos las intenciones del director, por mostrar la realidad que no se contó en los medios de la época.
Sin embargo, y aunque pareciera que la primera mitad de la película fuese alargada intencionalmente para explicar los hechos por los que se hizo famosa la historia, la película goza de recesos de humor, de buena banda sonora y de elementos propios de la época que hacen que te traslades directamente a la década de los 90’s.
Aun así, uno de los puntos que no puedo dejar pasar, son los efectos a la hora de patinar los que me desagradan un poco, aunque la misma actriz asegura que aprendió a patinar para esta película.
Y es que a la hora de llegar a la pista de hielo, son los efectos a cámara lenta los que se ven distintos y hasta un poco molestos con respecto al resto del largometraje.
Así mismo, la otra buena parte en estas escenas, es el juego de ángulos que ocupa la cámara a la hora de su grabación, lo que hace como resultado un conjunto escenas entretenidas, bien logradas y que saben aprovechar la rutina artística que significan.
En definitiva, “I, Tonya” consigue conectar con la protagonista de un escándalo que movió a todo Estados Unidos en el año 94.
Logra que incluso puedas querer a aquella villana del patinaje, tal como la presentaban en los medio de la época y que entiendas cuales fueron los puntos fuertes para darle el merecido Oscar a quien se puso bajo la piel de LaVona Fay Golden para “Mejor Actriz de Reparto”, y que aunque Margot Robbie, tuvo una de sus mejores interpretaciones, su reconocimiento solo quedara en la nominación al premio de la academia.
“Yo, Tonya” es humor y drama bien logrado, es extraña y entretenida a su vez, es brillos y violencia y deja su toque atrevido para interpelar a aquellos que se dejaron llevar por imágenes contadas por otros.
Recuerda que el filme se estrenó el jueves 8 de marzo y que ya está disponible en todos los cines del país.
TRAILER
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