Por Felipe Canales - Fotos: @crisrock_photography
El “United Forces Tour” aterrizaba en Chile presentando el último disco de Helloween, realizado con esta formación extendida y de ensueño que reúne a los grandes baluartes de su historia. La gira incluye como compañeros a Hammerfall y, en la parada chilena, se suman los grandes de Enigma.
El heavy metal de Enigma cuenta ya con 32 años de historia, forjando un camino a pura fuerza que los hace merecedores de abrir un show de estas dimensiones. La jornada comienza con los chilenos interpretando “Sirvientes del Dinero”, de su EP “Espacios Vacíos”, que se escucha potente. “El Lado Oscuro del Cielo” acentúa su potencia rockera mostrando poco a poco las grandes capacidades de Sebastián Bello en bajo, José Antonio Vásquez en batería, Álvaro Paci en guitarra y Nelson Montenegro en voz, quien le saca el jugo a su rango vocal y además recorre el escenario y la plataforma del sector medio avivando al público, al son del groove de “La Marcha del Fuego”. Álvaro saluda y pide a todos luchas por sus sueños, porque estar ahí es un sueño para ellos, y presenta “Lo Que Va a Venir”, que suena en clave oriental, con melodías muy pegadizas y un ritmo tribal que engancha rápidamente al público, haciendo una excelente armonización de voces antes del quiebre. El solo de guitarra es emotivo y corona la mejor interpretación de la noche. “Chronos” parte lenta, pero agarra fuerza y se convierte en un tema lleno de recursos y variantes que le dan un sabor extra a una gran composición. Las ejecuciones siguen sonando apretadas y el final con “Inquisidor” cierra esta actuación con un público muy prendido que disfrutó y aplaudió las canciones de esta histórica banda.
Hammerfall comienza el segundo capítulo de la noche, con un sonido punzante y claro desde el comienzo con la celebrada “Brotherhood”, sacada de su más reciente trabajo “Hammer of the Dawn”, y una coordinación no sólo en la interpretación sino que en los movimientos de los tres encargados de cuerdas, quienes coordinan sus headbangings toda la jornada. “Renegade” llega al peak, con una banda a full y un público compenetrado y participativo dentro de una canción que es para gritarla con el puño al viento, en donde Joacim Cans ya ha demostrado su calidad vocal y energía a toda prueba, además de un carisma que mantiene firme. “Last Man Standing” baja las revoluciones y es coreada con emoción. Misma emoción que se manifiesta en “Hero´s Return”, donde todos saltan al ritmo de una instrumentación impecable. La banda lleva a cabo un medley ganador, que encuentra en “Riders of the Storm” a la canción perfecta para incrementar la complicidad con la audiencia cautiva. El éxtasis azota con “Let the Hammer Fall”, un clásico tan esperado como celebrado, una composición perfecta dentro del género, en donde Oscar Dronjak hace de las suyas con su impecable interpretación y con su actuación constante junto a su guitarra en forma de martillo. Himno con todas sus letras que precede a “(We Make) Sweden Rock”. Joacim nos comenta que esa debiera ser la última canción, pero que hay un encore y está muy cansado para la clásica farsa de salir, esperar los gritos y volver, así que lo harán de inmediato. Notable. “Hammer High” y el clímax atrapante de “Hearts on Fire” despiden a una gran banda, que se entregó por completo y que regaló una actuación soberbia y llena de heavy metal y velocidad, en donde Oscar y Pontus Norgen no se cansaron disparar riffs y solos atronadores que cautivaron a todos. Enorme show, durante el cual agradecen la inspiración de Helloween.
Sobre Helloween, hay que mencionar lo notablemente bien que ha funcionado esta última formación, en donde decidieron no cambiar, sino que sumar a los históricos Michael Kiske y Kai Hansen, girando incansablemente y editando un muy buen disco que cimienta los nuevos pasos de una agrupación pionera e histórica.
“Skyfall” es la escogida para abrir y la respuesta es simplemente eufórica. Cada nota que sale de los parlantes y cada melodía interpretada suma más y más emoción a un público cautivo desde el primer segundo, a pesar de que el sonido no sea todo lo claro que nos gustaría. Cae enseguida una de las más esperadas: “Eagle Fly Free” del clásico “Keeper of the Seven Keys II”, con papeles picados volando y una ejecución de alto vuelo con una base batería-bajo que no sólo es precisa y veloz, sino que, además, añade melodías y solos magistrales que se escuchan superlativos, para deleite y éxtasis general. Daniel Loble es una máquina tras los tarros, no sólo incansable sino que de un aporte melódico fundamental, sobre su tarima con forma de calabaza. El show incluye este tipo de detalles que, junto a gráficas que cada vez son de mejor calidad, completan un show de primera, y como no iba a serlo con los grandes vocalistas que son el gran Andi Deris y Michael Kiske, uno de los dioses del heavy metal que volvió con su calidad intacta y deleita noche tras noche, intercambiando roles con su compañero, sumando en un estado de complicidad único.
La noche estará lleno de interludios y una comunicación fluida y carismática gracias al más que correcto español que habla Andi Deris, quien presenta “Mass Polution” mientras suena de fondo la batería de Daniel y el bajo del tremendo Markus Grosskopf, quien no suena tan claro como nos gustaría pero que siempre trae sus melodías y solos al frente gracias a su magistral estilo. La siguiente es el clásico “Future World”, en donde el público comienza cantando a todo pulmón. “Power” mantiene la fiesta en un ambiente insuperable, y “Angels” encanta con su medio tiempo de veta hard rock. Michael Weikath ha sido uno de los pilares gracias a los cuales Helloween se ha mantenido de pie tanto tiempo, y sus intervenciones son tan soberbias como aplaudidas.
Como sabemos, uno de los héroes en esta reformación es Kai Hansen, guitarrista cuya magia permanece intacta, despachando melodías con una facilidad asombrosa, y quien, además, fue el vocalista del primer disco, el recordado “Walls of Jericho”, desde donde extrae un medley de lujo, ejerciendo de cantante solo de este popurrí entre “Metal Invaders”, “Victim of Fate”, “Gorgar” y “Ride the Sky”.
Hacia el final, y previo a “Best Time”, Sascha Gerstner se despacha un solo precioso, emotivo y lleno de talento, que cala hondo y ambienta una sección destinada a penetrar en todas las almas metaleras. Ningún músico que toque en Helloween puede darse el lujo de estar bajo un nivel que haga alucinar a la audiencia. “Dr Stein” es sin duda un clásico inmortal, que tiene una onda envidiable, lo cual diferencia a Helloween de muchas bandas metaleras que solamente saben acelerar y carecen de matices. La canción tiene cada sección bien puesta y mezcla sentimiento y melodías de forma única, como todo el maravilloso “Keeper of the Seven Keys II” que la contiene. El repertorio ha sido variado y enérgico, y culmina cuando presentan “How Many Tears”. “Originalmente era una canción emotiva de Michael Weikath, y miren en que la convirtieron” nos dice Andi, y se largan con otro clásico más de tantos que posee la historia de los alemanes. Por Supuesto que hay encore, y la locura vuelve al ritmo de “Perfect Gentleman”, con una actuación teatral de Andi, involucrando al público como toda la noche, para luego interpretar la épica y sensacional “Keeper of the Seven Keys”. Temazo que crece y crece, y que es el deleite de todos los amantes de estos himnos largos y variados, coreada sin mostrar cansancio y con el final más emotivo que podrían haber planeado. Al son del bello arpegio final en manos de Sascha, cada integrante es mencionado, saluda y se retira solemnemente, en una sección extensa dedicada a dejarnos hacia adentro y con la emoción a flor de piel. Como es de esperarse, luego de un momento regresan para no cerrar el show con esa energía introspectiva, sino que invitando a la catarsis con “I Want Out” y su clásico heavy metal, en donde literalmente botamos todo, gracias a los coros dirigidos por Andi y Michael a cada lado de la audiencia.
Una fiesta total, una ejecución impecable y un show a toda prueba, que conquistó una vez más el corazón de los fanáticos, y que parece no tener fecha de vencimiento. Hay que disfrutarlos cada vez que se pueda, porque aún parecen incombustibles.