El Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar, celebrado anualmente en Chile, es reconocido no solo por su prestigio en el ámbito musical y humorístico, sino también por la particular relación entre los artistas y su público, conocido coloquialmente como “El Monstruo”. Este apelativo refleja la capacidad del público para expresar de manera vehemente su aprobación o desaprobación hacia las presentaciones, llegando en ocasiones a influir decisivamente en la carrera de los artistas.
Desde sus inicios en 1960, el Festival de Viña del Mar ha sido una plataforma clave para artistas emergentes y consagrados de América Latina y el mundo. A lo largo de las décadas, el público de la Quinta Vergara ha ganado fama por su actitud exigente e implacable, capaz de consagrar o “devorar” a un artista en cuestión de minutos. Este comportamiento ha dado lugar al término “El Monstruo”, simbolizando la dualidad de un público que puede ser tanto entusiasta como crítico severo.

Ser abucheado en Viña del Mar puede representar un desafío significativo para cualquier artista. Históricamente, varios han enfrentado la desaprobación del público, lo que ha generado debates sobre el impacto real de estos episodios en sus trayectorias profesionales. Este impacto variaría según la respuesta del artista y la percepción pública posterior al evento. Algunos logran capitalizar la controversia, obteniendo mayor visibilidad y oportunidades, mientras que otros pueden enfrentar una disminución en su popularidad y contratos.
El caso de Jorge Alís en el Festival de Viña del Mar es un ejemplo de cómo un artista puede revertir una situación adversa con astucia y conexión con el público. En su presentación de 2014, el humorista argentino comenzó enfrentando un público escéptico y, en ciertos momentos, hostil. Sin embargo, con una mezcla de rapidez mental, autocrítica y capacidad de adaptación, logró transformar los primeros abucheos en risas, convirtiéndose en uno de los triunfadores de la noche. Este caso evidencia que el rechazo inicial del “Monstruo” no es necesariamente una sentencia de fracaso, sino que puede ser un desafío que, bien manejado, potencia la carrera de un artista.
A diferencia de Alís, Ricardo Meruane vivió una de las experiencias más difíciles en Viña del Mar, con abucheos masivos tanto en 2011 como en 2016, sin lograr revertir la situación. Sin embargo, lejos de caer en el olvido, Meruane se convirtió en un ícono de la cultura popular chilena, con frases como “Gracias, no se molesten” transformadas en memes y referencias constantes en el mundo digital. Paradójicamente, el fracaso en Viña lo llevó a una nueva forma de notoriedad, consiguiendo apariciones en televisión e incluso siendo invitado en debates sobre el impacto del abucheo, como en el caso de George Harris en 2025.
El fenómeno de los humoristas abucheados en Viña revela un patrón en la industria del entretenimiento: el rechazo no siempre significa el fin de una carrera, sino que puede transformarse en una nueva oportunidad. Tanto Alís como Meruane han sido invitados recurrentemente a programas de televisión, especialmente en el contexto de la polémica por el fracaso de George Harris en 2025. Este ciclo mediático demuestra cómo la exposición, aunque negativa en un inicio, puede ser capitalizada en el ecosistema televisivo y digital, reafirmando la idea de que en la cultura del espectáculo, el escándalo y el fracaso pueden ser tan rentables como el éxito.
En la edición de este año, en la jornada de inicio del certamen, el comediante venezolano George Harris fue abucheado durante su presentación, lo que generó una intensa polémica. Tras solo tres minutos en el escenario, su primer chiste provocó una reacción negativa del público, llevándolo a abandonar la presentación después de discutir con los asistentes. El caso de George Harris en Viña 2025 ha generado un debate que trasciende lo meramente artístico, ya que el comediante ha atribuido su fracaso a un acto de xenofobia por parte del público chileno. Sin embargo, esta postura ha sido ampliamente cuestionada por figuras del humor como Bombo Fica y Edo Caroe, quienes han señalado una falta de preparación y estudio del público por parte de Harris, aspectos fundamentales para el éxito en la Quinta Vergara.
Más allá del posible sesgo del público, lo que ha llamado la atención es la evidente falta de autocontrol del humorista, quien, en lugar de intentar revertir la situación, respondió con frases agresivas e impropias del contexto, como “anda a jalarte el muñeco al baño” y “levántate una venezolana”, comentarios que no solo deterioraron aún más su presentación, sino que establecieron un precedente inédito en la historia de los abucheos en Viña. A diferencia de otros artistas que han enfrentado el rechazo con inteligencia y adaptación, la actitud confrontacional de Harris evidenció una falta de profesionalismo que terminó sellando su fracaso, convirtiéndolo en un caso atípico dentro de la tradición del festival.
Desde una perspectiva sociológica, los abucheos en el Festival de Viña del Mar pueden interpretarse como una manifestación de las dinámicas de poder y control que ejerce el público sobre los artistas. Este comportamiento colectivo refuerza normas culturales y expectativas sobre el entretenimiento, donde el público se erige como juez y parte, validando o rechazando las propuestas artísticas según su alineación con los valores y gustos predominantes. Sin embargo, más allá de la polémica, surge una pregunta fundamental: si no existen pruebas concretas de que estos episodios destruyan carreras, ¿por qué deberíamos frenar una tradición que permite al público expresarse libremente? Para algunos, esta práctica es vista como un acto brutal, pero hasta ahora, su significado ha dependido enteramente de la respuesta del artista. En muchos casos, el abucheo se resignifica como una prueba de fuego, un rito casi extremo que algunos incluso consideran un honor haber vivido. Viña del Mar, más que un simple festival, se convierte así en un escenario donde el espectáculo no solo está en el escenario, sino también en la relación única entre el artista y el público.
Aún queda Festival de Viña del Mar 2025, te dejamos la programación por día.

