Por Freddy Véliz – Fotos: Nelson Galáz
Este sábado 10 de septiembre, los fanáticos de los metal progresivo Dream Theater, banda emblema del género, fueron testigos de su octava visita al país. Esta vez debutando en la quinta región, específicamente en el histórico escenario de la Quinta Vergara, detalle que hacía imperdible esta velada.
Como invitados para la apertura, se dio la responsabilidad a los chilenos Pacífico, banda que al momento de anunciarse su participación sorprendió a muchos, debido a que no gozan de gran popularidad en el país, siendo injustamente cuestionados por un sector de fanáticos que probablemente esperaban el anuncio de una agrupación con más renombre. Sin dudas esos cuestionamientos pasaron al olvido al llegar el instante en que suben al escenario, y con hechos, demuestran el porqué merecían estar ahí.
Con un largaduración lanzado el año 2017 y un ep publicado a fines del 2021, shows en el extranjero, e importantes pergaminos individuales de sus integrantes, son la demostración de que no se trata de unos aparecidos, y como “En la cancha se ven los gallos”, llegó el esperado momento, y Carlos Sáez voz y guitarra; Felipe Galaz en bajo; Ricardo Rosas en Guitarra y el recientemente incorporado Hillthsson Miranda en batería, dan inicio al espectáculo cuando el reloj marcaba las 18:15 horas, quince minutos antes de lo informado horas previas, en un segundo cambio de horarios, que no cayó muy bien a todos, pero bueno, razones deben haber existido para tal decisión, lo que no menoscabó la correcta realización del esperado concierto.
Pacífico llegó presentando parte de ‘Nautilus’, Ep lanzado en noviembre del año pasado y que cuenta con la participación del argentino Gabriel Agudo (Bad Dreams, Steve Rothery band, In Continuum), quien se hizo presente también en Viña, para interpretar canciones como “Charly” (en honor a Charly García) y “Caer”, ambos cortes de Nautilus.
La banda cuyo sonido se emparenta con el hard rock melódico y el progresivo, con influencias en agrupaciones como Toto, Marillion o los canadienses Rush (Carlos, el vocalista, es parte de Cygnus tributo a Rush), logró presentar un acotado pero sólido concierto, donde las guitarras suenan protagónicas entre melodías accesibles y momentos de gran aliento y peso rockero. Un set concentrado principalmente en su Ep, pero que dio espacio para revisar también un par de canciones de ‘Pleamar’, su único álbum a la fecha.
Para finalizar el conjunto nos regala una potente versión de “Limelight”, reconocido clásico de Rush, dejando una gran impresión en el público que comenzaba poco a poco a llenar el recinto viñamarino.
Siendo cerca de las 19:30 hrs, el público comienza a sentir la adrenalina de lo que se vendría, mientras en la gran pantalla de fondo, se proyectaba la carátula de ‘A View from the Top of the World’, última placa de Dream Theater, y motivo que los trajo nuevamente a Chile. Como música de fondo suena “Pink Soldiers”, pieza musical perteneciente a la exitosa serie coreana Squid Game, para continuar el preámbulo con Super Strength (Invincible) de los destacados compositores Nick Phoenix y Thomas Bergensen de la compañía Two Steps from Hell, creando la atmósfera precisa para generar expectación antes de irrumpir con la banda completa (restándose James Labrie), introduciéndonos en la portentosa “The Alien” single que también inicia el último álbum de estudio. Con algunos desajustes en el sonido que no lograba ser precisamente lo esperable, aparece James Labrie para entrar con su parte, quien también sufrió problemas que no dejaban oírlo con nitidez. Los golpes de Mangini sonaban demasiado apagados, no tenían la brillantez de la caja, lo que no permitía una correcta apreciación de lo que se gestaba frente a nosotros, problemas que fueron quedando atrás con el avance del show.
Dream Theater se niega a convertirse en una banda que viva de su pasado, no están para nostalgias, y el set que presentaron así lo demuestra. La única canción de su esplendorosa etapa de la primera mitad de los noventa, fue ‘6:00’ del glorioso ‘Awake’, que Mangini introduce con el icónico comienzo redoblando sus tambores, en un clásico que no deja de ser reverenciable por los fans.
Cada vez nos fuimos rodeando de un halo hipnótico de riffs con un peso aplastante como el comienzo de “Awaken the Master”, a estas alturas el sonido iba mejorando sustancialmente, y pudimos ir apreciando las virtudes de estos monstruosos músicos, que generan admiración en sus individualidades, como en el resultado de su trabajo colectivo.
John Petrucci mantiene su estampa, casi inamovible en su concentrada posición, de la que se mueve solo para unirse a John Myung y entablar un desafiante dialogo de sus respectivos instrumentos. En el fondo, Mike Mangini, realiza sus intrincadas figuras en una batería que esta vez presentó una configuración menos apoteósica de lo acostumbrado, quedando mas expuesto al público. Por su parte Jordan Rudess genera desde el teclado las atmósferas y melodías que enriquecen el sonido de Dream Theater de distintos estados sensoriales. Brilla y es protagonista en “Endless Sacrifice” con su teclado portátil, uniéndose a la primera línea del gran escenario de la Quinta Vergara, frente a un público que impávido disfrutaba con admiración, siguiendo con las cabezas los momentos más metálicos y guardando silencio absoluto en los pasajes de mayor sentido atmosférico. Labrie, a pesar de su no siempre elogiada voz, es dueño de un carácter y dominio escénico sobresaliente.
La Quinta se estremece en los misterios chamánicos cuando la introducción con el canto difónico que inicia “Bridges in the Sky” (A Dramatic Turn of Events- 2011), nos lleva a lo que fuese el debut de Mangini en la banda, tomando el lugar de Mike Portnoy, un hecho que a pesar de los años, aun genera discusiones dentro de la comunidad seguidora del conjunto estadounidense. Mangini cumple más de una década en DT y actualmente no debería siquiera ser parte de controversias entre los fans y la banda.
El concierto fue avanzando con un set basado en sus obras post 2000, con mayor énfasis en ‘A View From the Top of the World’. Las emociones que Dream Theater genera con sus complejas composiciones, que para algunos podrían ser incluso abrumadoras de seguir, son inclasificables, y a pesar que muchos de los antiguos fanáticos, no asimilan con muy buena cara la actual realidad del conjunto, la experiencia en vivo es extraordinaria. Muchas piezas ganan considerablemente en directo, como “About to Crash” del elogiado Six Degrees of Inner Turbulence (2002), antes de encontrarnos con el instante más alto de la jornada bajo la increíble interpretación de “The Ministry of Lost Souls” (Systematic Chaos-2007), sus constantes cambios rítmicos, riqueza instrumental y la virtud vocal de Labrie nos invitan a un momento musical en 15 minutos de un trance emocional que nos embarcó en los pasajes donde, en mi opinión, el sonido llegó a su etapa de mayor perfección dentro de lo que se vivió en esta especial jornada, que seguiría con la extensa suite que da nombre al más reciente álbum, y que el público ovacionó cuando la banda se retira del escenario, regresando en un encore que sumó veinte minutos más de show con la magnífica “The Count of Tuscany”, perteneciente a Black Clouds & Silver Linings del 2009.
Un concierto de dos horas, que reencontró a los fans con Dream Theater, luego de su recordada última visita a Chile en Movistar Arena el 2019, donde repasaron completamente su elogiada obra ‘Metropolis Pt. 2: Scenes From a Memory’. Esta vez la nostalgia de los tiempos pasados quedó atrás, y la banda regresó con este set inusual, pero que esclarece la actualidad de los neoyorquinos. Un concierto que sufrió cambios de horario, y que generó impuntualidad en algunos asistentes, que ingresaron bastantes minutos adentrados del show. El hecho de realizarse en el icónico recinto festivalero de la Ciudad Jardín, le dio un cariz especial a esta velada, que contó con una puesta en escena pulcra, con pantallas laterales, y lienzos verticales que acogían a la conformación de la banda delante de una gran pantalla de fondo, que apoyó con gráficas y videos la presentación, bajo una iluminación certera, sin excesos y que velaron por mantener la atención principalmente en el acto musical. Dream Theater son amos de la virtuosidad, y sus leales seguidores veneran cada nota salida de estos genios que nos entregan en cada show, su magistral y desafiante cátedra instrumental.