Live Review Internacional

Dark Funeral: La Llegada del Imperio de Satanás

Si entras a un concierto de Dark Funeral, es porque aceptas el destino inevitable.

Por: @Jeff.qlo | Foto: Ruben Garate Yanez

El Teatro Cariola una vez más se convirtió en una secta dominada por entes oscuros; desde el primer momento la atmósfera estaba cargada con la energía de un publico completamente entregado, una horda demoníaca ansiosa de ver a Dark Funeral desplegar su dominio absoluto de black metal. No había lugar para la indiferencia, todos los presentes sabían que venían a ser consumidos por el fuego de la blasfemia y la oscuridad.

La misa negra, por la parte internacional, inició con A Canorous Quintet, una banda que, lejos de ser un simple aperitivo, abrió las puertas del infierno con una ejecución impecable. Su setlist compuesto por clásicos que resonaron con furia sirvió como el conjuro perfecto para preparar a la multitud. Cada riff y cada golpe de batería sentaron las bases para lo que vendría después, convirtiendo el ambiente en un caldero hirviente de expectativas y caos.

Cuando Dark Funeral emergió, lo hizo con la frialdad imponente de entidades que conocen su poder. No necesitan gestos exagerados ni grandilocuencias vacías. Su presencia es suficiente. Cubiertos en una negrura absoluta, con una puesta en escena espectacular, hicieron lo que mejor que saben hacer: arrasar sin piedad. Su conexión con el publico fue medida, precisa, pero siempre efectiva, lo justo para demostrar que, aunque parecen figuras de otro plano, son plenamente conscientes del culto que han creado y del impacto de su música.

Lord Ahriman fue el verdugo de la noche, degollando a todos con cada riff asesino que ejecutaba con precisión. Su dominio del instrumento es absoluto, su técnica despiadada y su presencia, imponente. Cada nota era una estocada, cada melodía un himno de condena. En el centro del caos, el frontman Heljarmadr se erigió como el líder indiscutible de la ceremonia, su voz infernal retumbó en cada rincón del recinto, cada grito era un llamado a la oscuridad que se expandía como una maldición. Es carismático sin perder la brutalidad, tiene el poder de dirigir la tempestad y lo hace con una maestría que pocos pueden igualar.

Pero si hubo un elemento que elevó la devastación al siguiente nivel, fue la batería. No se limitó a marcar el ritmo, era una maquinaria de guerra, un motor implacable que impulsaba la masacre sonora sin tregua alguna. Cada golpe se sentía como una detonación, cada blast beat era un latigazo en la espina dorsal. No hubo un solo respiro, solo una arremetida constante de violencia musical y es lo que nos gusta a todos, y por eso amamos este tipo de música, porque nos sentimos libres en un espacio seguro lleno de devastación.

Dark Funeral sabe de qué están hechos y también saben de qué lo están sus seguidores. Nadie sale ileso de su espectáculo. Si entras, es porque aceptas el destino inevitable: quedar reducido a cenizas para que alguna entidad bajo su manto de oscuridad la sople y cumpla su cometido.

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