La espera fue realmente larga. Y es que muchos fanáticos de Conception veían como esta gran banda de metal, que reúne heavy, hard rock y progresivo, dejaba de lado su actividad, luego de lo cual su vocalista, Roy Kahn, fue invitado a formar parte de Kamelot. Así, luego de décadas de aguante, Conception finalmente llegó a Chile, a vivir una jornada épica en la Blondie.
El show comenzó con la potencia de Hefesto, quienes se pasearon por riffs veloces y melodías en una gran performance, con un gran manejo de su vocalista, Jaime González, tanto de su dotada voz, como del show en sí. Las guitarras de Gabriel García y Juan Carlos Ponce no daban espacio para bajar los ánimos, luciendo energía y solos alucinantes, ante el acecho del potente bajo Warwick de Julio Soto y la batería precisa y sin respiro de Fernando Muñoz. El brioso set presentó distintos temas basados en los pecados capitales, como el inicio demoledor con “Avaricia” y “Soberbia“, además de “Gula”, “Envidia” e “Ira”, donde hicieron cantar a un público muy prendido, que los acogió con una gran recepción. También se dieron el lujo de interpretar un instrumental homenajeando al clásico “Trilogy” de Yngwie Malmsteen en medio del enérgico set.
La ansiedad y alegría era cada vez más patente. Aún cuando el recinto no se llenó (entendamos que es una banda de culto), la energía y frenesí del público fue de lo más alucinante. Así, la banda comienza a ingresar al escenario en medio de gritos y muestras de cariño muy entusiastas, de la cual los músicos no tardaron en contagiarse. Al ingreso de Roy todo era una fiesta, y el sonido de “Grand Again”, de su destacado regreso en 2018, inundó un recinto que nunca bajaría los brazos en toda la noche, menos ante grandes temas como “A Virtual Lovestory” y “Waywardly Broken”. El maestro Tore Otsby se luce en guitarra, no sólo por una magistral interpretación, sino que también por una conexión con el público muy especial. “A Million Gods” saca el máximo de su lado progresivo, con un Ingar Amlien tremendo en el bajo, al igual que Arve Heimdal, que sin aspavientos toca la batería a la perfección. Si la conexión no fuese suficiente aún, Roy baja al público, compartiendo con una sonrisa de oreja a oreja mientras canta y recibe besos y abrazos en una de las postales icónicas que dejó el show.
Para “The Mansion”, la corista Aurora Amalie Heimdal tomó el protagonismo y se llevó una emotiva ovación, y es que también apoyó en una hermosa sección acústica, con “Silent Crying” y “Sundance”. Retomando lo eléctrico, en “Gethsemane”, el público fue el protagonista, cantando toda la canción, interpretada de forma muy agresiva. “Feather Moves” sorprendió a muchos, dando el vamos a la parte final del show, que con “By The Blues”, “Reach Out” y “She Dragoon” mostró lo mejor de esta legendaria y muy bien reputada banda, nuevamente con Aurora robándose el show. El encore con “My Dark Symphony” y la vitoreada “Roll The Fire” causaron una emoción suprema, y dieron la puntada final perfecta a una noche llena de emociones, donde incluso Tore bajó a tocar en medio del público, llegando hasta la barra de la Blondie, tomándose un buen trago ante la mirada atenta de la gatita Debbie. Un lujo de banda, que no cualquiera tendrá el lujo de recordar, entre un público que se la jugó toda por hacer de esta, una noche inolvidable.