Nota: Freddy Véliz Fotos: Producción Lotus
La joven cantante y actriz estadounidense Olivia Rodrigo, deslumbró a sus fanáticos que llegaron al Parque Bicentenario Cerrillos, para ser testigos de su debut en Chile como cierre de cartel de la primera jornada de una nueva edición del Festival Lollapalooza.
Rodrigo está en uno de los grandes momentos de su carrera, con un éxito a nivel mundial que la tiene encumbrada como una de las principales estrellas del pop actual. Su música más allá del pop, toma elementos del rock de los 90s y un pop punk melódico, con letras que profundizan en temáticas adolescentes, que han cautivado principalmente a ese target etario, y de eso vimos en su concierto, muchos niños y niñas acompañados de sus padres, adolescentes y jóvenes que ya bordean los veinte años de edad, que desde que la artista aparece en medio del fervor del público interpretando “Obssessed”, uno de sus grandes éxitos, las voces no acallaron, y comenzó un coro masivo que se mantuvo prácticamente durante todo el concierto, show que tuvo una leve interrupción después de que emocionara a sus fans con la tremenda “Vampire”, debido a una petición de seguridad para que la masa se abriera y evitara presionar a los asistentes de las primeras filas, y tal como ocurriera el año pasado con Blink 182, la respuesta del público se limitó a un masivo ¡Chúpalo!, cuando un miembro del staff de producción contaba hasta tres para que se diera un paso atrás. Hay cosas que no cambian y terminan convirtiéndose en una tradición. Felizmente no pasó a mayores y Olivia Rodrigo reaparece para continuar con “Drivers license”.
De ascendencia filipina por parte de su padre y estadounidense por el lado materno, la cantante y compositora, de estilizada figura, luciendo un body o corpiño rojo con una envidiable energía sobre el escenario, demuestra un dominio escénico desbordante, su temprana carrera como actriz del team Disney no fue en vano, y sabe explotar esa faceta histriónica. Su rostro es expresivo y no esconde su emoción por estar en Chile, y por primera vez en su carrera, como headliner de un festival. Destaco en su propuesta lo orgánico de su estilo, acompañada de una banda compuesta solo por mujeres, con una configuración rockera, que se da licencias para en varios momentos, romper barreras y lanzarse con punzantes solos de guitarra y explosivos toques en la batería, que motivan incluso a cabecear al ritmo de algunos de sus éxitos como “Bad Idea Right?” o la excelsa “Brutal”, entre otros dentro de un repertorio de 21 canciones. En tiempos donde las máquinas se apoderan de la música, se agradece que jóvenes como Olivia apuesten por ofrecernos una propuesta con instrumentación tradicional, y sus guiños al rock son una esperanza para impulsar a las nuevas generaciones a adentrarse en estos sonidos. Además de componer letras que conectan con los adolescentes, sus problemas y emociones son un plus para completar un círculo perfecto para la gloria de su carrera.
Un espectáculo de primer nivel, entretenido, enérgico, con un sonido impecable, Olivia Rodrigo logra envolvernos en su presentación, donde los momentos introspectivos son bien entrelazados con lo más “bailable” sin hacer decaer la atmósfera que construye junto a un cuerpo coreográfico que la acompaña en casi la totalidad de su concierto. Nos regala una personal versión de “Don’t Speak” ese clásico noventero de No Doubt, que enfatiza esa influencia tácita en su música. Con una coreada “get him back!” se despide bajo explosiones confetti que potencian el aura de fiesta que nos ofrece. Los fans merecían este debut, y Olivia Rodrigo cumplió con creces.
