Por Freddy Véliz
- Artista: Steven Wilson
- Álbum: The Future Bites
- Año: 2021
- Sello: Caroline Distribution
Steven Wilson, el llamado gurú del rock progresivo del siglo XXI y fines del XX, está de vuelta con un álbum que reafirma su intención de alejarse de los estereotipos de la música progresiva, que tantos dividendos le dieron desde su irrupción en los noventa con Porcupine Tree. Con ‘The Future Bites’, el cambio parece a simple vista ser más radical incluso que el paso dado con ‘To the Bone’(2017), álbum en el que comenzó esta etapa de coqueteos con el pop, y que le valió aireadas y divididas opiniones de sus antiguos seguidores.
Esta obra recientemente lanzada, corrobora que el británico no se deja llevar por las críticas, y al parecer disfruta ir contra la corriente de quienes esperan que continúe proponiendo la fórmula de álbumes como ‘The Raven that Refused to Sing (and other stories)’(2013), por nombrar el que puede ser su última gran apuesta progresiva propiamente tal, ya que en el siguiente ‘Hand. Cannot. Erase’ (2015), se vislumbraba un camino de mayor experimentación hacia otros rumbos.
‘The Future Bites’ se aleja radicalmente de las guitarras como eje central, dejándolas en un plano menor, siendo los sonidos electrónicos los que toman la batuta instrumental, recursos que tampoco son nuevos para el guitarrista, cantante y compositor, ya que en su vasta carrera siempre ha habido momentos en que flirteó con las máquinas o el pop, basta citar No-Man para hacer memoria al respecto.
En esta última apuesta, Wilson adhiere buscar una forma de ser partícipe de las producciones en boga, sin caer en lo patético de querer sonar como un veinteañero (no lo veo haciendo música urbana). Pero si queriendo una producción acorde con los tiempos, para lo que inteligentemente reclutó como productor a David Kosten, aka Faultline en el mundo de la electrónica.
Si bien la contemporaneidad del álbum está dada por la producción, este se mantiene repleto de referencias a música como el soul, el funk o el dance, pero siempre hay un halo de atmósferas que nos aterrizan en el estilo personal de Steven. Un disco plagado de sonidos que en cada escucha nos evoca a distintos artistas, lo que para muchos incluso ha sido motivo para acusar al inglés de ser un Salieri de este siglo. Eso queda a merced de la opinión de cada uno de los oyentes y el bagaje musical que se maneje.
‘The Future Bites’ engloba como concepto la cultura del consumo, desde una mirada reflexiva del sistema capitalista, una ventana al futuro que se viene, basado en cómo hemos ido construyendo una sociedad individualista. También en cómo nos hemos ido moldeando una vida en base a las redes sociales, tal cual el mismo artista contó en una entrevista para el magazine Under the Radar: “Se trata del cambio en el clima de las redes y cómo todos los que están allí, solo ven el mundo reflejado a través de este prisma de las redes sociales” acotando además que “Solíamos mirar el universo y sentir curiosidad por el mundo en el que vivimos, y ahora solo miramos esta pequeña pantalla en nuestro teléfono para ver cuántos me gusta tienen nuestras publicaciones de Instagram, cuántos comentarios tienen nuestras publicaciones de Facebook, o revisar las visitas que ha obtenido nuestra publicación de YouTube. Así que hay una sensación mucho más aislada de relacionarse con el mundo a través del prisma de las redes sociales”. Él no lo dice desde fuera, sino que también se incluye en esta nueva forma en que vivimos.
“Unself” es la breve pieza que inicia esta esperada producción, de concepción minimalista, sirve como intro a “Self”, que nos adentra a un ambiente envuelto por los sintetizadores a cargo de Richard Barbieri, más un contagioso ritmo base, potenciado por coros femeninos y capas sonoras que se mueven entre el pop y lo industrial, una canción que aborda el individualismo del ser humano en estos tiempos. ‘Self’ es seguida de “King Ghost” con la cual Wilson explora con más ahínco en la electrónica, una pista donde aportan con algunas secuencias de percusión los músicos Jason Cooper de The Cure y Michael Spearman de la banda indie Everything Everything. Fue uno de los singles adelantos que nos presentó Wilson durante el 2020, y que causó las suspicacias de los más acérrimos fans, con respecto a lo que se tramaba el inglés. La canción mantiene en mi opinión, el aura introspectiva propia de otras obras de Wilson, con ciertas referencias a Depeche Mode y Radiohead en su atmósfera, una canción que brilla dentro del disco.
“12 Things I Forgot” es una de esas piezas que podrían causar resquemores sobre la actual parada de SW, por su apuesta melódica y ‘oreja’. Fácilmente podría sonar en cualquier radio pop del mundo y convertirse en un hit por lo accesible, y aún así, se las arregla para que la pieza tenga un sello personal, y sin problemas la reconocemos como una obra de Steven Wilson, de hecho, tiene similitudes a algunos experimentos más ‘amigables’ de sus años en Porcupine Tree. Un tema de buena factura compositiva que destaca por su estructura que escapa de la globalidad del álbum.
Un halo espacial cubre la siguiente pieza titulada “Eminent Sleaze”, con la preponderancia del stick a cargo de su partner Nick Beggs, nos adentramos en una minuciosa muestra de fusiones que mezcla el funk, con guitarras que parecieran sacadas del ‘Animals’ de Pink Floyd, y coros que conjugan este esfuerzo de Wilson por la alquimia musical con la que nos sorprende en cada obra. Es otro single que causó ciertas divisiones en sus fanáticos cuando lo presentó en sociedad.
Lo floydiano de Wilson siempre está presente en su obra, y “Man Of The People” que comienza como si nos enfrentáramos a una obra de los alemanes Tangerine Dream, a los segundos irrumpe una guitarra y la voz del británico recordándonos su fuerte apego a los londinenses, pero se vuelca a una canción parsimoniosa y de una elegante simpleza, pero con un contenido reflexivo sobre el daño que un personaje público, sea un político o religioso, puede causar a sus seres más cercanos, cuando ha sido acusado de algún acto denigrante y/o vergonzoso.
Con “Personal Shopper” nos embarcamos en un viaje por sorprendentes mezclas de estilos, pulsaciones que musicalizan una certera muestra de lo que significa la industria del consumo, en cómo somos embaucados con un bombardeo de ofertas vendiéndonos falsas necesidades. El cameo de Sir Elton John, dictándonos una lista de productos que nos ofrecen como la panacea de la realización personal en base a lo material, engloba e ironiza sobre la cultura del acumulamiento de cosas que nos hacen llenar vacíos personales. Estructurada con un caparazón que ha simple escucha podría calzar con un beat dance, va mucho más allá, y si nos dejamos envolver en la intensidad de la canción, podemos encontrarnos en un laberinto de ideas musicales, que en mi opinión, tienen los minutos mejor logrados del álbum.
Probablemente el momento más rockero del disco aparece con “Follower”, sin muchas novedades, ofrece una canción que no se escapa de lo que alguna vez nos ha ofrecido Wilson, con una batería que suena mucho más fresca y sin demasiado manoseo tecnológico, mantiene un pulso constante y enérgico, antes de pasar a la introspección en la pista final titulada “Count of Unease”. Un final que nos devuelve a la simpleza de la voz y un teclado minimalista, que por momentos nos recuerda pasajes de “The Raven That Refuse to Sing”.
The Future Bites, es un disco que probablemente no pasará a la historia como la gran obra maestra de Steven Wilson, menos como una pieza de máxima innovación, pero es el reflejo del actual momento del británico, sus inspiraciones y ese gusto por experimentar con distintos estilos. Una muestra tácita de que no quiere crearse límites en cuanto a la música que pueda abordar. El álbum de hecho se disfruta en sus detalles, tiene pasajes interesantes, no es para nada un disco posavasos como he entendido ciertas opiniones de algunos seguidores. Incluso hay un alma de progresión dentro de esa imagen electrónica o synth pop que le atribuyen. Creo que es mucho más que eso, y podría ser el paso hacia una evolución para algo más grande a futuro, quien sabe, de Wilson podemos esperar cualquier cosa.
