Por Alexis Pérez Escalante
Colaboración Juan Guillermo Carrasco
Con créditos incluidos en bandas como Megadeth y Cacophony no es de extrañar por qué Marty Friedman es venerado como uno de los grandes guitarristas en el mundo del metal. Después de su salida amistosa de Megadeth en el 2000, para trasladarse posteriormente a Japón e intentar hacer una carrera en aquel lejano país (algo que por supuesto lograría), mucha gente comenzó a cuestionar la razón de ser de este eximio guitarrista. Ahora, en retrospectiva, es bastante obvio ver que la experiencia realmente lo enriqueció como músico. El gusto de Friedman por las melodías de influencia oriental y las raíces del Heavy Metal hicieron de él uno de los guitarristas más originales y fácilmente identificables que salieron de la era de la guitarra shred de los años 80, y este “Inferno” (2014. Prosthetic Records) simplemente lo encuentra en la parte más alta de su juego. El largamente esperado álbum en solitario finalmente ha llegado, y trae consigo toda la velocidad, toda la pesadez y toda la divina gloria melódica a la que Friedman nos tiene acostumbrado, cubriendo cada una de las etapas dentro de su carrera, solo que ahora lo progresivo y lo heavy sí que se lo ha tomado en serio.
El tema título ‘Inferno’ comienza como un himno melódico pegadizo, pero Friedman no pierde el tiempo en el cambio al modo shred desatando una oleada de ejecuciones de escala y de cambios de tiempo realmente extraños (por decir algo ante tanto virtuosismo de este señor). Alrededor de los dos minutos y medio marca la influencia de la cultura pop japonesa en la mezcla, con una doble armonía de guitarra que suena muy a los dibujos animados de ese país, ofreciendo un interesante contraste en la progresión de acordes que potencia a un más la pista. Con sus cinco minutos de duración, es una prueba de gran resistencia, tanto para el músico como para el oyente.
Un riff más oscuro nos introduce a ‘Resin’, pero pronto nos encontramos con el martilleo agresivo y distorsionado de la guitarra en un ritmo staccato; una elección estilística que “quizás” Megadeth también debería haber tomado. La parte del sólo es ligeramente irritante, ya que se siente como si demasiadas capas se fueran superponiendo, quitándolo independencia a esta parte tan importante. Aunque individualmente posee un gran sonido, la canción en su conjunto adolece de una falta general de fluidez.
‘Wicked Panacea’ es una pista muy interesante, con un sabor picante que persistirá en tu cabeza por un buen tiempo y que hará que el headbanging no se detenga. La intensa reciprocidad entre la guitarra flamenca del dúo mexicano Rodrigo y Gabriela y la guitarra incendiaria de Friedman dejará a algunos aspirantes a guitarristas en total depresión o definitivamente inspirados!, no hay punto medio aquí. Por su parte, ‘Steroidhead’ está más cerca del último álbum instrumental de Friedman “Bad D.N.A” del 2010 que a cualquier otra cosa que haya en este registro. El guitarrista progresivo Keshav Dhar trae también un poco de su sólido trabajo técnico en la guitarra rítmica a la mesa de mezclas en esta pista.
El canadiense Danko Jones es el protagonista en ‘I Can’t Relax’. Su estilo de cantar muy rock and rollero combinado con la guitarra rockabilly de Friedman en la parte del solo hacen de esta canción una diversión agradable y que sin duda se diferencia de los otros tracks. ‘Meat Hook’ es otro de los grandes sobresalientes, volviendo a un sonido más extremo, comenzando con un solo de saxofón de jazz vanguardista y Marty que trae el caos con un poco de riffs muy thrasheros. Alrededor del minuto y medio el jam cambio de estado de ánimo llevando el ritmo hacia un estado más progresivo, en donde Marty intercambia solos con el saxofonista Jørgen Munkeby (Shining). Sin duda Friedman y Munkeby están ardiendo aquí y sus acercamientos teóricos sobre como tocar sus instrumentos resultan muy eficaces. De lo más destacado de este álbum.
Las siguientes dos pistas, ‘Hyper Doom’ y ‘Sociopaths’ parecen por momentos algo perdidas dentro del concepto del álbum. ‘Hyper Doom’ tiene un cierto aire a las épocas de Friedman con Megadeth, algo que los fans de “Youthanasia” disfrutarán sin duda, mientras que ‘Sociopaths’ es por otra parte la segunda de tres canciones con voces en “Inferno”, pero con la exclusión de guitarras técnicas y sumándose además David Davidson (Revocation) en las voces, cuya brutal entrega en el primer verso podría confundirnos como si se tratase de un Max Cavalera rejuvenecido, pero sin llegar a lograr tremendo impacto.
El gran Alexi Laiho (Children Of Bodom) y Danko Jones unen fuerzas con Friedman en ‘Lycanthrope’, y aquí la malla de dos generaciones diferentes con legado en el mundo del metal es realmente estimulante, ya que la forma en que como comparten ideas y lo empujan todo hacia el límite resulta sorprendente. Lo que no resulta sorprendente es que la pista termine en algo muy heavy, con algunos grandes momentos en su estructura y sobre todo en los duelos entre Alexi y Friedman. Simplemente para volarte la cabeza. En ‘Undertow’ Friedman rinde un sentido homenaje a su antiguo socio en Cacophony, el gran Jason Becker, quien como todos sabemos, lamentablemente sufre de una enfermedad que lo ha inmovilizado y lo imposibilita de volver a tocar la guitarra. Aquí Friedman realmente destaca como un tipo que sabe cómo hacer baladas melódicas, un gran tema que transmite muchos sentimientos encontrados. Pero es en la siguiente canción titulada ‘Horrors’ en donde Friedman y Becker colaboran juntos por primera vez desde sus días en Cacophony, y el resultado es nada menos que una obra maestra que contiene capas y capas de detalles. Jason informo que escribió sus partes usando un computador que interpretaba los movimientos de sus ojos, y la obra de los dedos sobre la guitarra, en remplazo de Jason, fue realizada por Ewan Dobson (un amigo en común de Marty y Jason). Por último, ‘Inferno – Reprise’ completa el álbum temáticamente como una continuación de la primera pista.
Cualquier guitarrista que se precie debe saber quién es Marty Friedman sabe el porqué de las expectativas por este álbum. El tipo simplemente es un monstruo de las seis cuerdas e “Inferno” es una colección exquisita de ideas melódicas, además de traernos una gran ferocidad, como si Friedman hubiese sentido constantemente la necesidad de probarse a sí mismo. De hecho, los “verdaderos” fans del metal que condenan su incursión en el J-pop y la escena del ídolo en los últimos años sin duda se callaran después de escuchar los primeros segundos del pulverizante tema título.
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