Por Diego Puebla
dpuebla@irock.cl
En el marco de la gira que actualmente está realizando Enrique Bunbury, con su proyecto solista desde el alejamiento de Héroes del Silencio en el año 1997, relacionada a la promoción de su último disco llamado Palosanto, que lo tendrá de vuelta en nuestro país el día 8 de abril en el Teatro Caupolicán.
Bajo esta premisa, quisimos insertarnos en el mundo Bunbury para ver que tal es su nueva placa, su octava en solitario.
El disco tiene como su autor menciona dos partes que generan dos aspectos significativos, una especie de bipolaridad compositiva de parte del español que genera una línea dramática interesante. En la primera mitad se genera una crítica constante a los traumas de la sociedad, un apoyo a los movimientos sociales ocurridos en todas partes del mundo.
La segunda parte se va hacia la línea “depre” del músico, con delirios de tormentos personales, soledades, nostalgias y vaya a saber uno que más le pueda pasar por la cabeza.
El juego de la portada es bastante insinuante, con otra duda que deja Bunbury pero que deja otra duda existencial a estas alturas del partido innecesaria.
Una placa bastante larga, difícil de masticar para consumir y a ratos se siente que es como una elección de distintos formatos, que al unirlos no tienen un hilo dramático en sí. El rocanrol, temas más cercanos a boleros con baladas y coros góspel, deja al espectador bastante confundido. En una segunda, tercera y cuarta escucha estos momentos siguen siendo igual de confusos la verdad.
Bastante distintos a sus anteriores composiciones desde “Radical Sonora” hacia adelante la poca decisión de mezclas de estilos ha mantenido esa diferencia de contrastes, pero con un disco altamente bien logrado en su grabación, en puntos altos como “Hijo de Cortés”, “Habrá una Guerra en las Calles” con el acompañamiento de Los Santos Inocentes generan un apoyo pero no una claridad.
Un disco que en letras y música es un disco bueno, pero no de esos que quedan en la memoria, está bien logrado pero más que eso no. Esperemos que tanto camino con pasadizos que ha tomado Enrique Bunbury, logre un punto claro y fundamental, mínimo para el entendimiento del oyente en saber cuál es la propuesta final, que te quiere entregar, más que buena música y letras bien armadas. A futuro esperemos que sea de esta forma, herramientas y placas bien armadas ha tenido en su pasado.