Por Felipe Panda
El post rock goza de excelente salud, y de una prolificidad, en cuanto a bandas y trabajos, envidiable. Quizás, ser un estilo alejado del mainstream le da más solidez. Genera que trabajes para tu nicho, un nicho que sabe lo que quiere y que aprecia fervientemente las murallas de sonido y las búsquedas de paisajes sonoros que te sumerjan en un profundo viaje.
Baikonur es, hoy en día, una de las puntas de lanza del estilo en Chile. Abren caminos con calidad cierta, pero a la usanza chilena: con empuje y a pulso. Como si fuera en una cápsula espacial, sin idioma particular, si no que con el lenguaje más universal: la música, llegando a fans de todo el mundo ansiosos de escuchar la vanguardia post-rock originada en los lugares más remotos. Su novedad es “Blackout”, una sesión en vivo de primera calidad audiovisual, realizada para el sitio “Where post rock dwells”, recién editada y que acumula miles de visitas desde todas partes del mundo.
Proponen un lenguaje que a la vez es tanto particular como universal. Aclarando conceptos, sumando y compartiendo experiencias, Ariel Acosta, baterista de la banda, se refieren tanto a las vivencias como a los lugares comunes cuando se piensa en qué es lo “post” de la música, como parte del tiempo y espacio en que nos toca vivir. “Pienso que, en el mundo en que vivimos hoy, como músicos y como auditores, no es raro que cuando uno se sienta a perderse en sus propios pensamientos, emerjan estas reflexiones sobre el lugar de la historia en que estamos parados, o la búsqueda de lugares “seguros” espiritualmente, en los cuales refugiarse de tanto ruido”.
En parte mayoritaria, el post rock es intrumental ¿Le habla más directamente al alma del oyente al saltarse el lenguaje de las palabras?
Creo que algo particular sucede con la música instrumental. Pareciera ser que, al no tener letras en las que uno enfoque la atención, el auditor puede sumergirse de forma más directa en las texturas y en los arreglos de la instrumentación, conectándose más con sus propias sensaciones y dejándose llevar por un sentimiento algo “abstracto”. Yo creo que la música, con o sin letra, puede llegar a lugares profundos en los auditores, pero quizás al no haber letras, este género lleve al auditor a lugares un poco más “contemplativos” que un género que narre historias de manera directa o donde la voz y la letra sean los aspectos más “relevantes” de la obra.
¿Se busca entrar a un trance o se logra este efecto de forma más directa con la música que ustedes hacen, comparado a otros estilos más “populares”?
No sé si necesariamente un trance, pero si muchas veces este género se relaciona con “viajes”, donde el auditor se sumerge en una exploración de las texturas y donde se hace parte de una suerte de conversación que se va dando entre los instrumentos, y que se materializa a través de la creación de melodías y uso de dinámicas. Creo que esto sucede también en otros tipos de música, como la música clásica o el jazz, por ejemplo, solo que, en este caso, la instrumentación está más emparentada con el rock y quizás las propuestas son un poco más minimalistas, con estructuras más apegadas al mundo de la música popular.
Capaces de estremecer con fuerza, empujaron los límites geográficos y llegaron hasta Bélgica, al festival más importante del post-rock en europa, el Dunk! Fest, en donde han actuado ilustres del estilo, como los japoneses Mono o los estadounidenses Russian Circles (que incluso grabaron un disco en vivo ahí). De seguro en aquella intensa aventura plantaron firme una semilla en oídos foráneos, que se ha seguido desarrollando y madurando hasta hoy.
¿Cómo llegan al festival Dunk! y cómo logran concretar el viaje, pensando también en el gasto que conlleva?
El Dunk Festival es una instancia musical bellísima que se siente como una “cumbre” del estilo. La gestión la generó nuestro sello LeRockPsicophonique el año 2016, donde básicamente ellos ofrecieron su “Roster” y nosotros tuvimos el honor de ser los primeros seleccionados por el festival. Esto dio pie a una fructífera relación entre el festival y LeRock, la cual se ha extendido a través de los años y varias bandas del sello han sido parte del festival. Gran parte de los gastos tuvieron que ser costeados por nosotros mismos, ya que muchas veces no se logra acceder a los fondos de cultura. Cabe decir que en el festival nos trataron muy bien, y que el gasto monetario personal que uno hace en sus propios proyectos musicales nunca es un desperdicio, siempre es una inversión, si te tomas la banda como una parte importante de tu vida. En lo personal, siempre he creído que es un buen negocio invertir en experiencias que uno se llevará a la tumba.
¿Cómo ven a la escena post rock nacional comparada a Europa por ejemplo? Ligado a lo mismo ¿Qué sensación les dejó su actuación frente a las otras que pudieron ver en Dunk?
En Chile hay muchas bandas del estilo de gran nivel y que se toman su trabajo muy en serio, a nivel de producción y composición, como La Ciencia Simple, Meridiano de Zurich, Tortuganónima, y muchas otras. El catálogo completo del sello LeRockPsicophonique es un gran referente respecto de lo que sucede en Chile en el estilo, y creo que, a nivel artístico, no tenemos nada que envidiarle a Europa (solo el tamaño de la industria, por supuesto). De hecho, creo que esa es la razón por la cual sellos de Europa como el mismo Dunk Records u otros colectivos en USA como A Thousand Arms, le han puesto atención a lo que está sucediendo en Chile con este estilo y valoran bastante el nivel artístico de los proyectos en este lado del mundo. El hecho de que les llame la atención te da confianza en tu trabajo y te confirma, de alguna manera, que estás haciendo las cosas bien, al menos en lo que más importa para nosotros, que es la calidad de las propuestas artísticas y la honestidad del trabajo.
LeRockPsicophonique sale frecuentemente a colación. Es el sello que los alberga, que los promueve, que les ha dado una espalda importante a ellos y a otros grupos de corte vanguardista, y que ha llevado su música a distintas ciudades chilenas a través de ciclos, además de organizar el LeRock Fest junto a notables bandas extranjeras.
¿Existe un carácter que identifique a su música como chilena o no lo ven en esos términos?
Tiendo a creer que la cultura en la que
uno nació y de la que somos parte, de alguna manera se infiltra en la creación.
Alguna vez, gente de otros países nos mencionó que ciertos ritmos o patrones
les sonaban “latinos”, como los patrones rítmicos utilizados por los
“chinchineros”, por ejemplo, que son algo bien representativo de nuestra parte
de Latinoamérica.
Si bien todos en la banda nos hemos visto, más que nada, influidos por la
música rock y pop extranjera a la hora de crear la música de Baikonur, es muy
posible que el vivir en una ciudad latinoamericana grande, ruidosa y caótica
como Santiago, influya en nuestro sonido, en la manera que pensamos las
canciones y en los sentimientos que, como personas, traspasamos a nuestra obra.
Todos en la banda vivimos o “padecemos” la ciudad como miembros de la clase
trabajadora, entonces es muy posible que las incontables horas en el transporte
público o los días y años de encierro en oficinas o lugares de trabajo con aire
acondicionado y computadores zumbando influyan el sonido que uno se lleva a la
sala de ensayos dentro de la cabeza.
La música trasciende, y la mayoría de las veces son las melodías las que lo hacen. Los sonidos, los ritmos, penetran y quedan, marcan, y se pueden escuchar muchos años después directamente o a través de otros músicos que toman la posta y siguen creando bajo la influencia de obras anteriores. Cuando el alcance existe, la posibilidad de esta trascendencia es cierta. “Respecto de a quienes podamos haber influenciado, no tengo claridad. Me gusta imaginar que alguien alguna vez haya escuchado nuestros discos y se haya motivado para tomar un instrumento musical y hacer su propia música. Uno nunca sabe el alcance que puede tener la música que uno hace, o en qué momento de la vida encuentra a un auditor específico, especialmente en estos tiempos de hiperconexión”. Hiperconexión, como en un mundo de ciencia ficción, capaz de traspasar la música de Baikonur desde el alma, a través de las redes interconectadas alrededor del planeta, hasta llegar a los lugares más inesperados, y una vez dentro del auditor, a los lugares más recónditos de este mismo.
