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Arturo Sandoval: Más allá del jazz

El músico cubano elevó la temperatura de una fría noche, con su fusión de jazz y música latina

Nota: Freddy Veliz | Fotos: Miguel Fuentes

Este martes 9 de agosto tuvimos una cita con el gran músico cubano Arturo Sandoval, trompetista, pianista y cantante, asociado principalmente al jazz, pero que tal como quedó demostrado en el escenario del Teatro Nescafé de las Artes, su bagaje musical es inmensamente más amplio. Él pertenece a la música en general y no sólo a un género determinado.

Siendo unos minutos pasados las 20:30 horas, el teatro se oscureció para dejar fluir la música, en una espectacular demostración de talento a cargo de la banda, antes de que el maestro cubano apareciese bajo un manto de aplausos que lo recibieron en esta nueva visita por nuestro país.

Arturo Sandoval, un aplicado discípulo del legendario Dizzy Gillespie, se toma el escenario, lo llena con su carisma y el poder que tiene con la trompeta y también con el piano, porque además de ser uno de los más grandes trompetistas de la historia, es un pianista de excepción. Un virtuoso que más allá de su pulcra e impresionante técnica, se explaya musicalmente a la par con los demás músicos, quienes complementan cada interpretación con memorables solos que sacan los aplausos del público constantemente. Y Sandoval lo reconoce de entrada: “Estos muchachos tocan tan bien, que no me necesitan…” sacando sonrisas del público, pero además dejando entrever su humildad ante una banda compuesta por artistas bastante más jóvenes que él, pero con pergaminos suficientes para ser la compañía perfecta en esta gira que lo trajo a Sudamérica nuevamente. Dos de ellos, el baterista Mark Walker y el saxofonista Michael Tucker, connotados profesores de la prestigiosa Berklee College de Boston.

Sandoval encuentra en el saxofonista Michael Tucker a un aliado perfecto, que en sincronía forman una dupla explosiva cuando se embarcan en un juego de vientos apabullante. Los demás cimentan el camino en un viaje por las distintas facetas musicales del cubano, que nos invita a disfrutar de la alegría de la música y lo caliente de la sangre latina se la contagia a estos compañeros anglo que logran traducir, mediante intensos solos de percusión, un piano envolvente y la preponderancia de notas graves del bajo, el sabor que identifica a la raíz isleña desde donde proviene el trompetista. 

El espectáculo se transforma en una escuela musical, Arturo Sandoval no solo se limita a tocar, sino que también conversa, bromea, y enseña, tal como lo hizo  en una distendida y lúdica charla sobre el bebop, y en como lo definían próceres como Gillespie, Charlie Parker, entre otros. Imita el sonido del contrabajo, sorprendiendo con una capacidad vocal extraordinaria, que nos hace recordar la técnica de Bobby McFerrin, habla sobre la felicidad y la cada vez más deprimida sociedad, hizo un pequeño guiño político, pero inmediatamente reconoce no querer hablar de aquello. 

Uno de los grandes valores de Sandoval, es su capacidad para moverse por distintos géneros, por eso también es un músico requerido por infinidad de artistas que vienen de distintos estilos, como quedó registrado en uno de sus últimos trabajos discográficos ( Ultimate Duets 2018), donde interpreta una variedad de clásicos junto a artistas tan disímiles como Stevie Wonder, Prince Royce, Pharrel Williams, Plácido Domingo, Al Jarreau, entre otros, que se ponen a disposición del connotado músico. Y justamente esa versatilidad es parte de su show, que se inicia bajo los aleros del jazz, pero evoluciona hacia el latín jazz, el son cubano, la salsa, el merengue, etc, transformando su show en una verdadera fiesta latina. Nos entrega una fabulosa interpretación del clásico “El Manisero” de Moisés Simons, una de las más reconocidas canciones de la música popular cubana, nos emociona con “Smile” de Charles Chaplin, y también invita al escenario a la destacada cantante chilena Andrea D’Arriarán, quien nos entrega una gran interpretación del clásico “(Get Your Kicks On) Route 66” original de Bobby Troup y que popularizara en los años 40’ el recordado Nat King Cole.

Para el final, Arturo Sandoval invita al público a pararse de los asientos para bailar al son de su música, pero obtuvo una respuesta a medias, característica tradicional del promedio chileno, que le cuesta liberarse en estas instancias. Solo algunos se atrevieron a vibrar bailando entre las butacas, sobre el escenario reaparece Andrea D’Arriarán acompañando en un baile al caribeño, generando un ambiente festivo que todos disfrutaban por igual, cerrando con el prendido merengue “Si tu no, la Otra”, el público se animó a corear y aplaudir a esta verdadera leyenda, que con su música elevó la temperatura de una fría noche, y dejó de manifiesto que todo el calor de la sangre caribeña, en conjunción con la intensidad del jazz conviven como parte de una misma raíz, y logran generar un lenguaje cautivante, enérgico y que no pierde vigencia con el paso del tiempo.

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Noticia publicada por el área editorial.

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