Por Freddy Veliz
La neerlandesa Anneke Van Giersbergen, nuevamente regresó a nuestro país, esta vez acompañada del ex bajista de Nightwish Marko Hietala, en una gira donde repasan parte de sus carreras en formato acústico, apoyados además por el guitarrista finés Tuomas Wäinölä.
La ex The Gathering ha demostrado una versatilidad única en cuanto a explorar con distintos proyectos y colaborar con diversos artistas de la escena rockera internacional, varios de los cuales hemos sido testigos en sus constantes visitas por nuestro territorio.
Club Chocolate fue el recinto escogido en Santiago para este esperada velada, y como apertura tuvimos la presencia de la chilena Caterina Nix junto a Nisson quienes ofrecieron un número acústico bastante aplaudido por la audiencia, donde la cantante nacional expone su propuesta lírica con bastante influencia en el metal de índole sinfónico proveniente de Europa, continente que ha visitado en varias ocasiones codeándose con importantes referentes del género, lo que la ha pulido profesionalmente y eso quedó de manifiesto la noche de este jueves, actuación que repetirá hoy 29, en el segundo show de Anneke y compañía.
A las 21:00 horas en punto, la presencia vikinga de Marko Hietala se toma el escenario junto Tuomas en la guitarra, para descargar un arsenal de canciones enmarcadas en su paso por Nightwish, su carrera solista, y homenajes a clásicos como Ronnie James Dio con Holy Diver, Thin Lizzy con “Jailbreak“, o Black Sabbath con “Children of the Grave”, versiones acústicas muy bien logradas, y con resultados muy elogiados por los presentes, que cantaron al unísono junto al nórdico, que se mostró siempre muy cercano y afable con los presentes, con una voz potente que logra deambular por distintos registros, siempre con un halo profundo y oscuro. El resultado de llevar el peso del metal a los sonidos más sutiles y pulcros de un bajo y una guitarra acústica, genera nuevas sensaciones y otra perspectiva de la música, un viaje a lo primitivo de estas creaciones, que probablemente nacieron de alguna sesión compositiva similar.
Hace un mes atrás nos enterábamos de la muerte de Bernie Marsden, histórico bajista de los comienzos de Whitesnake, y Hietala rinde un bello homenaje, invitando al escenario a Anneke, para juntos interpretar “Child of Babylon”, clásico de la banda de David Coverdale publicado en 1981. Este fue el pretexto para luego dejar a la carismática artista, adueñarse del escenario sola con su guitarra. En medio de la ovación, aplausos, piropos y gritos del público, la neerlandesa comienza a sumergirnos en un estado casi hipnótico con su voz, que no sabe de desafinaciones, y que tiene una riqueza de tesituras que emanan naturalmente, como si el trabajo fuese fácil, ella lo hace parecer fácil, porque en medio de su canto, sonríe y lanza miradas al público como si estuviese ofreciendo un su música en el living de su casa.
“Lo and Behold”, de su último álbum “The Darkest Skies Are The Brightest” del 2021, fue el encargado de abrir su performance, pero obviamente el público reaccionaría con mayor efusividad cuando clásicos de su ex banda, como “Saturnine”, “The May Song” o “Strange Machine” iban siendo anunciados por la cantante, que nos entregó interpretaciones excepcionales, que transmiten tantas emociones, con su voz en plenitud.
Hubo espacio también para covers, que en la voz de Anneke toman otro cariz, y el público cae rendido ante cortes como “Valley of the Queens” de Ayreon, o la conmovedora “Like Stone” de Audioslave. Van Giersbergen domina su lugar en el escenario, logra capturar la esencia de lo íntimo, sentada en su silla, conversa y bromea como una más en medio de una junta de amigos, nos presenta, la según ella misma califica ‘divertida y extraña’ “I Saw a Car” de su último trabajo solista.
Con Marko Hietala y Tuomas Wäinölä de vuelta en escena, nos van presentando una seguidilla de clásicos incombustibles de la historia del rock, partiendo con la portentosa “Catch the Rainbow” de Rainbow, seguida de una celebrada versión de “Wasted Years” de Iron Maiden, donde Tuomas se luce con su digitación para la intro de uno de los alabados clásicos de los británicos. El set prosiguió repasando en una oleada de emociones cortes como “The Hobbit Song” que nos lleva a viajar por parajes de fantasía céltica, o la ya nombrada “Strange Machine”, donde la voz reluciente de Anneke se propaga por cada rincón del Club Chocolate junto a los cientos de fanáticos que la siguen con eufórica admiración.
Sublime fue presenciar en este formato “The Islander” con Hietala, Anneke y Tuomas, totalmente entregados al público, quienes no paran de ensalzarlos con vítores y aplausos, que se doblegan cuando suenan las primeras notas de “Perry Mason” de Ozzy Osbourne, con las voces del finés y la neerlandesa entrelazándose para una versión punzante y convincente. Para el final, nos sacuden el alma con una emocionante “The Sound of Silence”, ese legendario himno de Simon & Garfunkel, que fue una elección perfecta para que los tres músicos se unieran en un trio de voces llena de sentimiento y matices que inevitablemente nos tocan algún lugar del corazón.
La música puede regalarnos momentos entrañables, sin necesidad de una escenografía efectista ni de parrillas de luces gigantescas. Lo vivido este 28 de septiembre, fue un encuentro con lo más esencial y básico de una obra musical, donde la simpleza de los instrumentos acústicos y el talento detrás de una voz nos convocan a lo más puro y honesto de una canción. Y cuando el talento que hay tras sus intérpretes es superlativo, la experiencia simplemente es maravillosa.
Fotos: @nelsongalaz.cl
