Por: @jeff.qlo
Lo que se vivió anoche quedará grabado en la memoria colectiva de todos los presentes. Las emociones fueron tan intensas y vibrantes que pasarán a la historia como una de esas noches únicas. Desde el primer momento, el Teatro Coliseo estaba sumido en una atmósfera expectante con el público en anticipación de lo que estaba por suceder.
Eran las 21:15 y solo las luces del escenario rompían la oscuridad, probablemente algo a lo que Graves ya nos tiene acostumbrados con su habitual tardanza, pero cada minuto de espera valió la pena. Cuando los músicos comenzaron a salir uno por uno, la euforia del público alcanzó su punto máximo. Sin embargo, fue la llegada de Michale Graves la que desató una verdadera explosión de energía y nostalgia.
Apenas puso un pie en el escenario, los asistentes se entregaron completamente. Los clásicos de una era que parecía disuelta cobraron nueva vida gracias a Graves, reviviendo los momentos más icónicos de su carrera. Entre disfraces de calabazas, maquillaje de corpse paint y un mar de cuerpos saltando y participando en intensos moshpits, la conexión entre el público y la banda fue palpable. Cuando llegó el momento de tocar “Dig Up Her Bones“, la nostalgia llenó el aire, y las voces se alzaron al unísono. Se podían ver lágrimas y sonrisas entre el público, quienes no solo coreaban la letra, sino que también parecían revivir recuerdos profundos.
El concierto fue un espectáculo inclusivo, con gente de todas las edades y estilos. Algunos estaban vestidos con camisas y corbatas, demostrando que nunca es tarde para tomarse un momento y disfrutar de la música de antaño. El ambiente fue de pura camaradería, con moshpits que no cesaban y personas lanzándose hacia el escenario en medio de un caos controlado donde solo existía la música y lo que Graves tenía para compartir.
Michale Graves se mostró cercano y generoso con su audiencia, firmando todo lo que le ofrecían y aceptando regalos con humildad. Un momento particularmente emotivo fue cuando alguien le lanzó una chaqueta desde el público, y él, en señal de agradecimiento, se la puso y continuó cantando con ella. El gesto fue tan simbólico como elocuente, reforzando la relación íntima que Graves mantiene con sus fanáticos. Al final del show, se acercó a los de la primera fila, repartiendo abrazos y palabras de agradecimiento por el apoyo incondicional que ha recibido a lo largo de los años.
Uno de los puntos álgidos de la noche fue la interpretación de “Saturday Night“, una canción que permitió a la audiencia conectar con lo más profundo que la música puede ofrecer. En ese instante, todos dejaron de lado cualquier juicio o postura política que pudiera rodear a Graves como figura pública, y se enfocaron en lo que realmente importa: la música. El ambiente era tan íntimo y emotivo que parecía que el tiempo se había detenido.
Al finalizar el concierto, después de una noche llena de moshpits intensos, risas, caídas y más caídas, Graves se despidió con un abrazo cálido hacia el público, dejando claro que había sido una noche especial tanto para él como para sus seguidores. Sin lugar a dudas, lo que se vivió fue más que un concierto: fue una experiencia, una celebración de la música y de la conexión entre el artista y su público. Graves demostró estar completamente entregado, humilde y en sintonía con quienes lo apoyan. Será una noche que se recordará con nostalgia y emoción durante muchos años.
Setlist:
- Abominable Dr. Phibes
- American Psycho
- Speak of the Devil
- Walk Among Us
- From Hell They Came
- Dig Up Her Bones
- Crimson Ghost
- Last Caress
- Mommy, Can I Go Out and Kill Tonight?
- Shining
- Forbidden Zone
- Lost in Space
- Dust to Dust
- Witch Hunt
- Scream!
- Saturday Night
- Pumpkin Head
- Die Monster Die
- Descending Angel
- Fiend Club
- Hunting Humans
- We Are 138
Encore: - Halloween
- Hybrid Moments
- Pet Sematary
- Blitzkrieg bop
Encore 2: - Helena
- War Pigs
Fotos @crisrock_photography
