Nota: Freddy Véliz – Fotos @andieborie
Exactos diez años esperamos para el regreso de The Cure a nuestro país. Su concierto del 2013 quedó grabado en la retina de los que asistieron como uno de los mejores shows que han pasado por nuestro país, lo que acrecentó las expectativas para lo que los británicos nos ofrecerían en esta oportunidad sobre el campo del Estadio Monumental. Más de 40 mil personas llegaron al recinto de Macul, en una peregrinación de oscuras vestimentas, maquillajes exacerbados y rostros entusiastas que añoraron por este reencuentro.
Como medio no tuvimos acceso a la presentación de The Cruel Visions y Friolento, las dos bandas chilenas escogidas para abrir la jornada. El ingreso se efectuó cuando sobre el escenario estaba la agrupación irlandesa Just Mustard, que ofreció un breve pero prominente show donde los protagonistas son la experimentación, el shoegaze y atmósferas etéreas que se acrecientan con la voz de Katie Ball, en medio de envolventes muros que se abren hacia fronteras sonoras hipnóticas, sumados a la fuerza y distorsión de las guitarras que encienden el ambiente y abren paso para los protagonistas del encuentro.
Con varios minutos de retraso debido a una falla técnica, los británicos The Cure, comandados por el icónico Robert Smith, quien luce una polera estampada con una mariposa coloreada con una bandera chilena, suben al escenario en medio de una introducción de sonidos de tormenta, para iniciar una majestuosa interpretación de “Alone”, single adelanto de lo que será su nuevo álbum titulado “Songs of a lost World”. La ovación del público se acrecienta con las primeras notas de “Pictures of You” reconocible y coreado clásico del álbum ‘Desintegration’, obra de la que se extrajeron la mayor cantidad de canciones en un set que nos llevó a recorrer más de cuarenta años de historia.
“High” y “Lovesongs” siguen la tónica de los recuerdos antes de presentarnos otro adelanto de la nueva placa con “And Nothing is Forever”,y arremeter luego con la explosiva “Burn”, con un Simon Gallup fenomenal en el bajo, demostración de como se hace cargo del peso sonoro de la banda en todo su esplendor. Gallup es parte fundacional del conjunto y su protagonismo queda expuesto en cada una de las piezas que se van sucediendo, como en “Fascination Street”, “Kyoto Song” o “A Night Like This” como parte del acumulado repertorio de clásicos del cual son dueños los ingleses.
The Cure son los reyes indiscutidos del rock gótico, llevaron el género a una cima de popularidad en los 80s y 90s, influyendo a toda una camada posterior de bandas post punk, pop, rock, indie, etc. Reconocidos incluso por exponentes del metal como parte del soundtrack generacional que creció con su catálogo, donde confluyen aspectos que van desde los oscuro y atmosférico, a canciones más amigables e incluso bailables. Por eso pasar de “Just Like a Heaven” a “At Night”, “Play for Today”, los oscuros parajes de “A Forest” y luego a la más rockera “Shake Dog Shake”, es toda una experiencia repleta de emociones en vivo.
La penumbras de “Endsongs” nos llevan al primer encore, donde la banda explora momentos de mayor riqueza instrumental, con canciones de menos exposición masiva, como la melancólica “It Can Never Be the Same”, “Want”, “Plainsong” y “Desintegration”. Los músicos se retiran del escenario dejando el estadio a oscuras, con los fanáticos rendidos ante la maravillosa experiencia vivida. The Cure no escatima detalles para ofrecernos un show sin exceso de pirotecnia, donde el centro es la música y una calidad de sonido impecable, la pulcritud de los detalles se sentía en cada momento. Los teclados a cargo del técnico Mike Lord, en reemplazo de Roger O’Donell quien por problemas de salud no pudo participar del tramo latinoamericano de la gira, son ejecutados con la sutileza perfecta para no invadir la perfecta sincronía de la banda, y mantener la intensidad intacta en las aproximadas dos horas y media de un concierto que para el segundo y último encore, desenfundó su catálogo más popular, con hits incombustibles como la excelsa “Lullaby”, “The Walk”, el pop accesible de “Friday I’m in Love”, la bella “Close to me”, el bailable “Why Can’t I Be You” y el primigenio éxito de “Boys Don’t Cry”, que sellaron una noche inolvidable, donde confluyeron generaciones coreando cada instante , frente a un conjunto legendario, que en palabras del mismo Robert Smith, espera volver pronto. Nosotros estaremos esperando, porque la envergadura y calidad de estos monstruos es para repetírsela una y otra vez.