Reducir a Sodom a una banda en el que se desata un campo de batalla dentro de los moshpit es disminuirlo a una mera consecuencia banal de lo que representan. La banda alemana de thrash metal se plantó como una respuesta a una juventud molesta e inconformista con el sistema. Su brutalidad no es más que el resultado homogéneo de mezclar rabia, desencanto con el mundo y una voz potente que lo grita a través de las cuerdas vocales de Angelripper.
Desde sus inicios en los 80, Sodom no ha sido solo una banda más queriendo entrar en la industria, ha sido un altavoz para aquellos que no pueden alzar la suya. En plena Guerra Fría, el latente temor a un desastre nuclear y un fuerte sentimiento contra el fascismo, justo ahí, en medio del inminente colapso, aparece Sodom representando violencia, pero no la aceptada en ese momento, sino la que no se ve desde el filtro nacionalista, aquella que muestra sin reparo quién es el verdadero ente generador de sufrimiento, dolor e injusticias. La música de Sodom se convirtió en un revelador de verdades, quienes tuvieron los cojones de causar estragos hablando de lo innombrable, quitando la venda de los ojos a quienes eran capaces de abrir sus oídos para recibir el mensaje.
Irreverentes y rebeldes como ellos mismos, siempre han estado del lado de los marginados. Desde que existen han sido claros en que su interés es hablar de lo que otros callan, no de complacer las expectativas o deseos ajenos, ni de volverse mainstream. Su público objetivo son los que no sienten encajar en un sistema que está podrido, para los que ven injusticias pero temen hablar, la voz de Angelripper viene a ser el portador valiente de las opiniones sepultadas por el miedo. De ahí que su público le sea fiel tras todos estos años, es un refugio de un campo minado en el que los soldados dispuestos a recibir las bombas y daños colaterales son un grupo de jóvenes que en Gelsenkirchen, Alemania, en 1981, decidieron ponerse sus máscaras de gas y salir a dar la batalla cargando sus instrumentos.
Las bandas y las modas pasan, pero la identidad y los valores no. Sodom mantiene su postura crítica, dispuesta a desafiar e incomodar, la misma que los impulsó en sus orígenes, la misma que los mantiene firmes más de 40 años de trayectoria. Mientras en el resto de la industria parece ser que las voces críticas se apagan, ellos se mantienen en las trincheras, resistiendo ante el asedio de los que buscan ocultar la verdad.
El próximo campo de batalla está fijado para este domingo 23 de marzo en el Metal Beer Open Air. Enlístate a través de PuntoTicket.
