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1985, el año del Heavy Metal en el Festival de Viña del Mar

Hace 40 años, Krokus y Nazareth llenaron de rock la Quinta Vergara

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Por Freddy Véliz

El Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar, este año cumple 65 años. Iniciado como un evento comunal, donde artistas locales competían con canciones alusivas a la ciudad jardín, actualmente poco queda de ese precario comienzo. Probablemente sus organizadores nunca imaginaron la envergadura que tomaría con el transcurso de los años, convirtiéndose, con todos sus defectos y virtudes, en el Festival más longevo e importante de Latinoamérica. 

El festival ha visto pasar por su escenario a infinidad de artistas, desde algunos desconocidos que se hicieron estrellas, otros consagrados, y los que pasaron sin pena ni gloria. 

Podemos tener una opinión negativa o positiva del evento viñamarino, que pasó a convertirse en un panorama tradicional de la V Región con la mirada de Chile entero. Cada año esperamos la parrilla programática, que recibe críticas respecto a los artistas escogidos para deleitar en la Quinta Vergara. Los que estamos ligados a gustos más rockeros, por más que desaprobemos o critiquemos la organización, siempre hay un dejo de esperanza de que nos sorprendan con algún número ligado a las guitarras pesadas. Este año es el caso de la inesperada confirmación de Incubus y The Cult, que sin dudas tendrá a una quinta llena de melenas sacudiéndose y miles de seguidores frente a las pantallas de televisión este jueves 27 de Febrero.

El Rock ha tenido grandes momentos en el Festival, no podemos olvidar icónicas presentaciones como la de Faith No More en 1991, o Europe un año antes. Carlos Santana, Heart, Peter Frampton, Journey, Kansas, etc, han pisado el histórico escenario con inolvidables shows.

En 1985, año que en Brasil se realizaba la primera edición del Festival de Rock in Rio con un line up de ensueño, la organización del evento viñamarino puso sus ojos en los artistas que ahí tocaban. Pensemos que ahí estuvieron bandas como Iron Maiden, Yes, AC/DC, Ozzy Osbourne, Queen, Rod Stewart, Nina Hagen, Whitesnake, Scorpions, etc. Todos encumbrados en los peaks de sus carreras. Se rumorea que Viña tenía a Queen como una de sus cartas, la banda gozaba de gran popularidad en nuestro país, y giraban promocionando The Works lanzado un año antes, desde donde se extraían éxitos como “Radio Ga Ga” o “I Want to break free” ampliamente difundidos en las radios y programas televisivos como el recordado Magnetoscopio Musical. Los alemanes Scorpions también eran posibles candidatos, ellos en 1984 publicaron su álbum “Love at First Sting”, y uno de sus sencillos titulado “Still Loving You”, se adueñaba de las radioemisoras del mundo, Scorpions llegaba a las masas con éxito rotundo, y probablemente la producción festivalera vio en ellos una posible oportunidad de traer una banda de heavy metal, género que vivía sus años dorados en Europa, Estados Unidos y por supuesto Chile no se quedaba atrás. El heavy metal era el sonido con que muchos adolescentes de la época se identificaba, al margen de las modas de turno donde el pop y la new wave reinaba. No pasó nada con Queen, ni con Scorpions, seguramente no dieron los números presupuestarios de la producción, eran años en que Chile sufría aun los estragos de la recesión de 1982, y la dictadura de Pinochet se mantenía en el poder. 

En Chile la única posibilidad de ver a estas grandes bandas extranjeras era por medio del festival de Viña, y la producción se esmeraba por elegir grandes estrellas, que no siempre llegaban a acuerdos, y también corrían riesgos con artistas desconocidos que bajo la concha acústica, esperaban el veredicto del “monstruo”, que muchas veces fue lapidario, o terminaba siendo domesticado por el artista de turno.

En 1985 la gran estrella mundial de la música era Michael Jackson, quien a fines de 1982 había lanzado Thriller, álbum que lo terminó catapultando como el rey del pop, por ende, Viña soñó con tenerlo en el escenario, al menos eso se rumoreó en ese tiempo, algo ingenuos a mi parecer si es que fue cierto que mantuvieron conversaciones, pero era un costo altísimo de asumir para un evento del tercer mundo. La producción insistió con dar prioridad a números rockeros, y desde Brasil firmaron con la icónica cantante Rita Lee, considerada la reina del rock carioca. La ex cantante de Os Mutantes, tenía ganado un espacio de popularidad en nuestro país con su hit “Lança Perfume”, que generaba polémica por ser considerado una alegoría a un aromatizante usado como droga y popularizada en los setenta en Brasil. Rita venía de actuar en Rock in Rio, fue el número que finalmente se escogió para invitar del naciente evento rockero.

Como decíamos antes, el heavy metal, si bien no era un género masivo en Chile, contaba con una popularidad que destacaba, y llamaba la atención de parte de la juventud de la época. Se anuncia con bombos y platillos que desde Suiza los melenudos de Krokus debutarían en nuestro país ni más ni menos que en el bullado Festival de Viña del Mar. Fue una sorpresa para muchos de los que estábamos inmersos en los sonidos metálicos y pesados. La banda no era la más famosa ni mucho menos, pero los que hurgábamos  los estantes de disquerías como Rock Shop o Circus, más de alguna vez nos topamos con sus discos, o habíamos conseguido escucharlos por medio de algún cassette que nos pasaba un amigo, o en ciertos especiales radiales donde los programaban junto a monstruos como Judas Priest, AC/DC o Iron Maiden, que sí eran nombres familiarizados por la mayoría. Krokus era una banda que no todos conocían, y por esas cosas adolescentes, uno se sentía más especial, y pensar verlos en Viña, aunque fuese por televisión, era un regalo inaudito. Eso no era todo,  los rockeros “más viejos” de la época también tuvieron su recompensa, al anunciarse la venida de Nazareth, banda contemporánea a Deep Purple, Led Zeppelin, Black Sabbath, etc. El conjunto escocés en esos años, como muchos de sus congéneres, vivían una etapa de capa caída en sus carreras, y pasaban a ser consideradas clásicos, frente a la irrupción del heavy metal, que ellos mismos ayudaron a procrear.

En ese tiempo el certamen viñamarino invitaba a los artistas a presentarse dos días, Krokus tuvo la responsabilidad de pararse frente al público los días 17 y 18 de Febrero. Con toda la estética del heavy metal de esos años, los europeos irrumpen con un poderoso show de guitarras y carisma por parte de su frontman Marc Storace, quien dueño de un registro que nos recordaba a Bon Scott, hace explotar la quinta abriendo con “Ballroom Blitz”, cover de los setenteros Sweet, que los suizos habían impuesto con éxito en las radios. Una carta de presentación ante un público desconocido para ellos, así como ellos eran desconocidos para gran parte de los chilenos. La agrupación conquistó al público de la Quinta  Vergara, venían con un equipo técnico que no se veía en esos años en este lejano país, además su profesionalismo, es destacado incluso por la animadora Paulina Nin, seguramente su prueba de sonido fue de alta exigencia y eso llevó a la chilena a poner énfasis en ese detalle al momento de presentarlos. Deslumbraron con “American Woman” de The Guess Who, hicieron participar a la audiencia con “Ready To Rock” y corear su otro hit radial “Midnite Maniac”.

La postal que queda en la memoria es una banda de heavy metal de tomo y lomo, por primera vez veíamos sobre un escenario chileno guitarras inalámbricas, lásers de última generación para esos años, la estética de la banda mantenía esa imagen clásica de los conjuntos heavy de esos tiempos, pantalones ajustados con rayas, pañuelos amarrados al cuello, a los brazos o las piernas, chaquetillas de cuero o mezclilla, una imponente batería de dos bombos, etc. Para los que amábamos toda esa imaginería que nos entregaba el metal fue un momento imborrable y épico en la historia del Festival de Viña. Los suizos tenían un prestigio bien ganado en Europa, y junto a exponentes más extremos como Celtic Frost o Hellhammer eran las agrupaciones que destacaban en las tierras de Heidi y los relojes. El quinteto obtuvo la ovación del público quienes le entregaron una merecida antorcha de plata, reconocimiento que en esos años tenían que ganárselo de verdad, y así lo hicieron los europeos, conquistando al temido “monstruo” de la Quinta Vergara.

Nazareth, la histórica banda escocesa, debutó el día 13 de Febrero en el festival, con algunos problemas de sonido, el conjunto sorteó las dificultades entregando un ruidoso show, con actitud desgarbada, y las miradas desconfiadas de los organizadores, quienes no estaban muy conformes debido a una previa algo etílica de los músicos. Los acusaron de actuar borrachos y las criticas posteriores de la prensa no fueron muy positivas. Lo que está claro es que la sociedad de la época era bastante pacata e ignorante de lo que significaba un concierto de rock, en especial de bandas ligadas al rock más clásico, amigo de las motos, el whisky y la juerga, rock and roll puro y duro. El público, a pesar de desconocer en su mayoría a los rockeros británicos, los recibió con entusiasmo y celebró cada intervención del carismático  Dan McCafferty, quien con su voz aguardentosa, conmovía con el peso de clásicos como Razamanaz, el cover “Love Hurts”, grabada originalmente por  The Everly Brothers, y que los escoceses se adueñaron dándole nuevos aires a mediados de los setenta, quizás la canción más conocida por los chilenos en ese momento, debido a que era constantemente programada en radios am y fm , y por supuesto el himno “Hair of the Dog”, que brindó un momento épico, con Dan ejecutando la gaita escocesa, e invitando al público a corear un fuerte “Son of a Bitch”, que espantó a los periodistas de espectáculos y a la producción festivalera, quienes alegaban que la banda había faltado el respeto, ofendiendo a los asistentes saliéndose del libreto. Cosas de un país tercermundista, en plena dictadura, con autoridades conservadoras que desconocían absolutamente el repertorio, y poco sabían de rock propiamente tal. Igualmente, a pesar de las críticas, Nazareth impactó y su actuación es recordada como un momento histórico en el certamen viñamarino.

Un año que además tuvo al estadounidense John Denver, que lideraba las listas del country norteamericano, y el puertorriqueño José Feliciano que también nos regaló un memorable momento rockero con su versión de “Purple Haze” de Jimi Hendrix. Como curiosidad el representante de Estados Unidos en la competencia internacional, Carl Anderson, venía de haber grabado un álbum con Weather Report, y en su currículum contaba con haber participado en la Opera Rock Jesus Christ Superstar, y colaborado con artistas de la talla de Stevie Wonder, Kenny Loggins, etc. El cantante obtuvo la gaviota por mejor intérprete.

Sin dudas 1985 quedó marcado como el año en que el rock y el heavy metal se tomaron la Quinta Vergara.

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Productor gráfico, melómano que gusta escarbar en los procesos históricos del desarrollo del rock y la música en general, compartir e intercambiar estos conocimientos con los demás en una buena conversación. Amante de la naturaleza, los animales, el buen cine, la experiencia de un viaje, la introspección de la lectura y los conciertos en vivo.

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