Por Mario Molina Leiva
18 años han pasado desde el lanzamiento de Perros Días el 94′, toda una vida para el mundo del blues criollo, que vio nacer a una de las bandas pioneras en el estilo allá por 1989, y que el 2012 vuelve, en gloria y majestad, a movernos el piso con un disco de antología bajo el brazo: Estamos hablando de La Banda del Capitán Corneta y sus Historias de un Hijo del Blues. Está claro que el blues, como el whisky, con los años sabe mucho mejor, y esta no es la excepción: de plano, un disco eximio, lleno de historias memorables, sonidos clásicos, ritmos entretenidos e intervenciones notables de personajes iconos de nuestro chile noventero, un caramelo para todos esos niños y niñas que esperamos con ansias volver a escuchar a la mítica Banda del Capitán Corneta en un nuevo disco, ahora de vuelta en forma de trío con Cristobal Rojas en las baquetas, Nelson Arriagada en el bajo y Pancho Rojas en la voz, guitarra y armónicas.
Partimos con Hablé con Dios, tema que conocimos a principios de año como adelanto de lo que la banda habría de presentar en esta nueva entrega, que entra con una apacible introducción para ir subiendo de a poco su intensidad hasta rebalsar todo con escándalo. Un tema entretenido, caracterizado por un ritmo pegajoso y movido, un bajo poderoso que llena con su peso y figura entre la guitarra y los coros bien armados, rematando con la increíble calidad vocal de Pancho y su armónica, para entregarnos un tema pleno, lleno de detalles interesantes e intenciones motivantes que nos predisponen para lo que viene en adelante.
El siguiente tema lo introduce el bueno de Pirincho Cárcamo, quien nos vaticina el sino aciago de una historia de amor, “un amor que, al final, resultó ser falso”. Nos referimos a Amor de Mentira, que, como bien nos dice el gran Pirincho, consiste en un lindo relato amoroso de aquellos para recordar, que mezclado con un ritmo apacible y meloso da paso a lo que en realidad no era más que una bella mentira. Melodías dulces dejan al paso a un tema bonito, remozado con un piano que azucara de a poco los momentos de esta canción con pequeños detalles, detalles ideales para ambientar un cuento como este.
De este falso amor, nos pasamos al rock & roll del bueno, que viene de la mano de Titi, una señorita de faldas tan ligeras como sus amores. Con todo lo simple que puede llegar a ser, nos cae de lleno una composición precisa y concisa, una canción hecha para moverse, en virtud de todos los elementos que nos entrega el estilo, definitivamente se vuelve uno de los puntos altos del disco. Una letra entretenida, un sonido que por sus elementos y detalles nos hace un guiño a un ambiente sesentero, con unos bronces que llenan el espacio, un piano que sigue un ritmo insaciable, un bajo que lleva encima el peso de una batería simple pero presente, licks de guitarra ya patentados por este tipo de música y un cúmulo de armónicas afiladas que reflejan en el fondo la esencia misma del rock and roll.
La Cuerera viene a ser el cambio de tónica del disco que desentrañamos, con un slow blues más bien oscuro, que nos transporta a los antros de perdición y boliches pendencieros más bajos de la ciudad. Guitarras pegadas, tranquilas pero inquietantes gracias a los acordes y adornos de un piano que interviene a ratos mezclándose con las líneas melódicas, un bajo que como en todo el disco se encarga de mantener una linea rítmica emocionante y visceral junto con los tiempos y momentos marcados por la batería. Un tema digno de los jup joints del Mississippi, rebosantes en putas y peleas, con un característico olor a cenicero y a tragos fuertes en el piso que de solo escucharla nos da caña, nada podemos decir que empañe el notable efecto que nos produce, esa sensación de ser arrastrado semi inconsciente desde la Piojera hasta la cuneta. Tema descollante, cumple con todas las expectativas que tenía de este disco, nada que decir, todo lo que un blues necesita lo encontramos en La Cuerera, uno de los highlights de esta entrega.
Ton sin ton la verdad me rompe un poco el esquema en relación a los temas anteriores. No es un tema que podamos asimilar a lo que hemos visto en este disco, pero cuya esencia no es nueva para Pancho Rojas, ya que se asemeja un poco a algunos de los temas que nos presentó en Mandrácula, como son Tomás, la mosca y yo, o Canción de José Miguel para Antonia, del disco Sexy. Volviendo a Ton sin ton, podemos decir que es un tema introvertido, de esos para reflexionar, un tema interpretable solo para su compositor, que tiene tintes melancólicos, que al mezclarse con una guitarra solitaria y un chelo, que deja una sensación de nostalgia a flor de piel.
El gran Pirincho vuelve a introducirnos el siguiente tema, en sus palabras, “un caramelito, pero con sabor a Italia”. Hablamos de Caro Mía,una balada romántica con un sabor a los años ’50, con guiños al Doo Wop y a R&B tan característicos de esta época que, a pesar de nuestro background de rockeros duros, nos llega a lo más profundo (no se haga el loco, aunque sea rockero hasta las patas, igual les mueve el piso clásicos como Earth Angel). Bronces y pianos que marcan presencia y toman las riendas de esta composición junto con los notables arreglos de coros, con Pancho y su voz principal privilegiada que se vuelve irreconocible en un estilo que se caracteriza por ser algo pacato y ordenado, y una banda que pasa a segundo plano de tal modo que logra resaltar lo más rescatable de este tema. Una joyita para quienes aprecian las raíces intermedias del blues y del rock and roll clásico, definitivamente una gran canción para todos los románticos empedernidos y los rockeros doble estándar que se gozan estos temas a regañadientes.
Para ir cerrando este manojo de historias, nos encontramos con un cuento digno del Chacotero Sentimental, y es precisamente el Rumpy el encargado de abrir Tartamudo, un tema ameno y entretenido que vuelve a subir las revoluciones para ir terminando este álbum. Un rock and roll con todas sus letras, con un sonido tradicional y bien ejecutado, como en todo el disco, que nos deja una grata sensación de familiaridad y cercanía gracias a sus letras y temáticas frescas, y al igual que el tema anterior, los bronces, pianos y coros se roban la película, con una banda cuadrada que le da el peso y el calibre que requiere para dejarnos queriendo más, y como siempre, la voz y carisma del frontman de la banda con un desplante notable nos deja un tema completo y redondo, lleno hasta arriba de experiencias interesantes y sonidos tan familiares que nos dejan sedientos de una próxima entrega.
En pocas palabras, Historias de un Hijo del Blues es un disco soberbio, de sonido y contenido de calidad, tanto en letras como en arreglos, que nos ha devuelto a una de las bandas más importantes de nuestro medio nacional en el estilo del blues y del rock, y a la vez, termina por unir ya varias generaciones que se identifican con el blues y rock and roll madre in Chile, con un temáticas cercanas, sonidos tradicionales, ritmos que inducen al hueveo, un disco hecho para quienes vibramos con un sonido clásico como el que deja caer sobre nuestras cabezas esta tremenda banda, y que a pesar de su corta duración (24 minutos aproximadamente), nos deja enganchados y llenos de expectativas para una próxima entrega, rogando que no tengan que pasar otros 18 años para escuchar algo de la mítica Banda del Capitán Corneta.
Historias de un Hijo del Blues (2012)
1. Buscando (0:36)
2. Hablé con Dios (3:17)
3. La voz (0:12)
4. Amor de mentira (3:09)
5. Colombiana (0:39)
6. Titi (2:25)
7. Machetero (0:18)
8. La cuerera (3:49)
9. Ton sin ton (2:58)
10. Annunciatore (0:11)
11. Caro mia (3:23)
12. El cuento (0:44)
13. Tartamudo (2:14)
14. Vamos cerrando (0:49)
15. Caño (0:18)
Total: 24:55
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